Opinión

La gigafactoría que cambiará Aragón

La aprobación del Plan de Interés General es un punto de inflexión para un proyecto que está llamado revolucionar la cultura industrial de la comunidad y afianzar una sólida alianza con China

Movimiento de tierras en los suelos donde se levantará la gigafactoría de Figueruelas, con un parque eólico al fondo.

Movimiento de tierras en los suelos donde se levantará la gigafactoría de Figueruelas, con un parque eólico al fondo. / Jaime Galindo

Aragón, Zaragoza y Figueruelas comienzan a diseñar su futuro industrial en torno a un proyecto, la gigafactoría de Stellantis y CATL, que todavía resulta difícil de dimensionar pero que cambiará para siempre los cimientos de la economía de la comunidad. Fue en 2014 cuando comenzó a oírse hablar del término gigafactoría a raíz de la puesta en marcha, por parte de Tesla, del primer complejo de este tipo en Nevada (Estados Unidos). Luego llegó la de Buffalo, en Nueva York, y más tarde la de Shanghái (China). La marca norteamericana, pilotada por el multimillonario norteamericano Elon Musk, llevó a Europa estas megafábricas a finales de 2021 con otra construcción en Berlín. Pero, a pesar de que Tesla fue la primera, ya nadie duda del dominio asiático en un negocio que se concentra en China, un país que acapara más del 80% de la capacidad productiva mundial.

La explicación a este despegue sin precedentes de las gigafactorías chinas tiene mucho que ver con la fuerte expansión del vehículo eléctrico en el gigante asiático, que se vio beneficiada por un plan de ayudas durante más de 11 años. La existencia de materias primas y de mano de obra cada vez más especializada también fueron factores determinantes para impulsar su crecimiento. Y es ahora cuando esta revolución llega a Aragón, con una gigafactoría en Figueruelas que supera los 4.100 millones de inversión y los 3.000 empleos directos. Las cifras que recoge el Plan de Interés General de Aragón (PIGA) del proyecto, publicado el pasado viernes en el Boletín Oficial de Aragón (BOA), son mareantes. Más de 89 hectáreas, 8.000 millones de impacto económico en el territorio y una aportación vía impuestos de 2.200 millones durante los próximos 15 años, así como 4.500 millones de inversión indirecta y un impacto de 6.000 empleos más en pymes y servicios que, de una u otra forma, elevarán su actividad por el efecto arrastre de la gigafactoría. Todo está por llegar todavía, pero quizá tenga que pasar al menos una década para asimilar el salto industrial que va a experimentar la comunidad. 

El efecto tractor de un proyecto de este tipo es inmenso y abarca desde el desarrollo de las energías renovables, al desembarco de tecnologías de última generación, el impulso a la formación y el conocimiento, el refuerzo de la cultura industrial, el aumento de las exportaciones y el cambio de paradigma en la relación entre Aragón y el gigante asiático. La colaboración e interlocución trabajada en los últimos años es solo la punta de iceberg de un entendimiento que traerá consigo una relación comercial más intensa y la llegada de inversiones millonarias.  

El efecto tractor es inmenso y abarca desde el desarrollo tecnológico y de las renovables al impulso de la formación y el conocimiento

El desembarco de CATL en la comunidad está, sin duda, en el origen de todo y todo lo precipitará. La multinacional, que ha sido determinante en el desarrollo del vehículo eléctrico a escala global, ha sellado una alianza con Stellantis, y esta a su vez con Leapmotor, uno de los principales fabricantes de coches en China y que ahora desembarca en Europa desde Figueruelas, donde tiene previsto producir su modelo B10 a partir del próximo año. 

 El puzle encaja a la perfección porque Leapmotor también se nutrirá de las baterías de CATL cuando comience a fabricar desde Zaragoza. Estas baterías, a su vez, saldrán de una gigafactoría que será alimentada por energía renovable procedentes de los parques de Forestalia. No obstante, se trata aún de un puzzle incompleto al que todavía le faltan muchas piezas que están por llegar en un futuro no muy lejano.  

Mientras la gigafactoría ya tiene su hoja de ruta definida, Leapmotor diseña su plan para tener su cuartel general en Figueruelas y una base de proveedores que irá tejiendo poco a poco. Esta misma semana, EL PERIÓDICO DE ARAGÓN anunciaba que las naves de Fagor Ederland, en Borja, servirán (si nada se tuerce) para producir el chasis del B10 de Leapmotor, a la espera de ver si logra las ayudas del Perte VEC IV del Ministerio de Industria.

El escenario no podría ser más optimista para el sector del automóvil en Aragón, que afronta el 2030 con importantes expectativas de futuro. Tanto es así que se espera la llegada de 2.000 chinos para poner en pie una gigafactoría que será un punto de inflexión para la comunidad. Ahora solo falta construir, entre todos, unos cimientos sólidos para asegurar el futuro durante las próximas décadas.

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