Opinión | La columna
La repetida canción del verano
Como cada año, ya está aquí la canción del verano. No, no hablo del reguetón machacón que suena en todas las fiestas. Hablo del verdadero, ese que nunca falla, que lo tenemos en bucle y que, por mucho que lo detestemos, vuelve puntual a su cita: los recortes de servicios públicos en el medio rural. ¡Qué ritmo tan pegadizo el de cerrar oficinas de Correos y reducir camas hospitalarias! Si no fuera por el drama, hasta podríamos bailarlo.
En las comarcas turolenses, la coreografía ya es conocida: oficinas cerradas «temporalmente», personal que no se sustituye «por cuestiones organizativas». Y Correos, como buen DJ del desastre, nos pone la excusa de siempre: baja carga de trabajo en verano. Claro, como si la gente en el medio rural se evaporara en julio. Aquí seguimos, sudando y esperando que nos traigan una carta o que abran una ventanilla.
La cosa no se queda ahí. Otro clásico que no puede faltar en esta lista de grandes éxitos veraniega es el recorte de camas hospitalarias. Por lo visto, con el calor la gente deja de enfermar o lo hace con moderación, que hay que respetar los turnos de vacaciones. Y mientras tanto, los servicios de Urgencias hacen malabares para atender a todo el mundo. Lo de descansar y desconectar parece que solo aplica a las camas... de hospital.
Lo más enternecedor es que todo esto nos lo venden como si fuera lógico, inevitable. Como si la lógica del recorte y la precariedad fuera tan natural como ponerse protector solar. «Estamos trabajando en un plan de contingencia», dicen. Claro, el mismo plan que se repite desde hace diez veranos. Un déjà vu tan potente que ya ni sorprende.
Y mientras tanto, nuestros mayores esperan cartas importantes que no llegan, los pueblos ven cómo se marchita otro servicio más y las autoridades públicas se llenan la boca hablando de la lucha contra la despoblación. Un combate muy peculiar, por cierto: se pelea cerrando oficinas, suprimiendo plazas y alejando cada vez más los servicios de la gente . Vamos, como si uno quisiera ganar una carrera quitándose las zapatillas.
Eso sí, cuando llegue septiembre, volverán los discursos solemnes sobre la importancia del medio rural. Promesas de inversión, compromisos y alguna visita a un pueblo . Pero ahora, a finales del mes de julio, toca sufrir este repetido sonsonete institucional que ya no nos hace gracia. El verano pasa, pero la canción sigue sonando. Y lo peor es que la seguimos pagando entre todas y todos.
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