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Opinión

Aragón Radio

Nuestra emisora autonómica de radio acaba de cumplir veinte años; dos décadas con excelente salud tal como lo confirma su éxito de audiencia, en pleno crecimiento según el EGM. En una parrilla que hace gala de un amplio rango de programas orientados a una gran variedad de público, incluyendo espacios puramente de humor y entretenimiento, destacan los espacios informativos y de divulgación.

De la nunca suficientemente apreciada área cultural, primaría La Torre de Babel, bajo la dirección de Ana Segura, donde a los creadores aragoneses se les brindan unos minutos de celebridad. En la difusión y popularización de contenidos científicos y de investigación, Ágora, de la mano de Marcos Ruiz nos traslada, de forma tan accesible como rigurosa, la actualidad y avances de la ciencia. Nuestra historia mantiene a través de Sergio Martínez Gil y Santiago Navascués un hilo abierto con el entrañable y rico pasado de Aragón, no siempre bien conocido. Por supuesto, todo lo que sucede en nuestra Comunidad tiene su reflejo en Aragón Radio, sin que falte un rinconcito para recoger actividades menos notorias.

Pero el programa que más me ha llamado la atención es Buenos días Aragón, donde Javier de Sola realiza un gran ejercicio de sosiego, dirigiendo una tertulia cuyos participantes son un ejemplo de cortesía y buen hacer: al adversario se le trata con respeto y se le reconoce el derecho a mantener opiniones divergentes; no como un enemigo a batir, mediante palabras malsonantes y constante usurpación de la palabra, de tal forma que cualquier viso de argumentación o disertación razonable se desvanece. Así, lo que debiera ser un espacio de enriquecedora confrontación de ideas, juicios y conclusiones, se torna tan ininteligible como una página llena de tachaduras. Y al sufrido radioyente solo le queda una opción: cambiar de emisora.

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