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Opinión

‘Chistorras’

Antes o después, Koldo, Ábalos y Cerdán, el «trío tóxico», o «trío calavera» del PSOE, inspirarán una película tipo Torrente. No será una obra de arte, dada la vulgaridad de sus protagonistas, pero hará reír y probablemente pensar. Risas inspirarán sus patadas al diccionario, sus apodos, contraseñas, motes y burlas. Una de las más despectivas consistía en llamar «el ganado» a sus compañeros de partido, como si todos esos colaboradores que creyeron en su honradez, que les ayudaron, no fueran más que pastueños bóvidos, estúpidas ovejas aptas sólo para el ordeño.

Chusco es también y motivará a chascarrillo el chiste de llamar lechugas a los billetes de cien y chistorras a los de quinientos. A estos últimos hasta ahora se les conocía como binladens en alusión al terrorista islámico porque se sabía de su existencia, pero no de su paradero. En manos de Cerdán, Ábalos y Koldo, las chistorras de quinientos en sus carteras se hacían huéspedes, y si de allí salían era sólo para pagar el burdel o alguna otra mordida.

Esta por ver si este trío de granujas que despachaba, viajaba, comía, intrigaba y reía con Pedro Sánchez eran tan buenos para el birle como los grandes apandadores: De la Rosa, Conde, Roldán, Rato, Urdangarín, Puigdemont o la familia Pujol (ostentando estos últimos probablemente el récord de lo nunca visto, por cómo desaparecía el dinero)... O bien, por el contrario, estamos hablando de tres «desgraciaos», matracos en el arte de la estafa, pobres pillos que se vendían por un plato de lentejas y encima se han dejado coger.

Hasta el fondo del negocio, hasta su verdadero ser están apuntando las investigaciones judiciales. Será la policía quien determine si hablamos de un caso menor o de caza mayor; si el partido y su presidente trincaron; y si la trama de Cerdán para pillar cacho tenía más puertos y aeropuertos como esa terminal de Barajas donde aterrizaron maletas que bien podían estar llenas de chistorras y soles (billetes de doscientos; a los de cincuenta no los llamaban de ninguna manera, seguramente porque no los usaban; ¿para qué, pudiendo tirar de chistorras?).

No hay pan para tanto chorizo...

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