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Opinión | ESPECIAL DÍA DEL PILAR

La plaza del Pilar, un epicentro emocional concebido para grandes aglomeraciones

Desde su creación, en plena guerra civil, este céntrico enclave se pensó para acoger los eventos más multitudinarios, al principio desfiles militares y peregrinaje religioso, y luego para escenario principal de las fiestas, celebraciones deportivas o imán de un turismo creciente

La plaza del Pilar de Zaragoza ha cumplido sobradamente la misión para la que fue concebida, en plena guerra civil española, aunque se haya ido adaptando con el paso de los años a los nuevos usos que la ciudad ha querido para ella. Desde su nacimiento, en el proyecto redactado por Regino Borobio en 1936, se pensó para que fuera el espacio elegido para grandes aglomeraciones, en aquellos primeros años de carácter militar o religioso para luego ser espacio de referencia de grandes citas lúdicas, desde ser el escenario principal de las fiestas del Pilar a acoger celebraciones de las gestas de un Real Zaragoza que ganaba títulos, o para ser el imán de un turismo que ha ido creciendo y masificando sus importantes atractivos, con la basílica del Pilar y la catedral de la Seo como alicientes principales. Cada transformación en estos casi 90 años de historia ha tenido una razón de ser y una motivación, imprescindibles para entender su evolución y llena de detalles no siempre conocidos por los zaragozanos, que siempre han sido los que más la sienten, la viven y la disfrutan. Con el aspecto que sea.

Su historia parte de un episodio traumático en Zaragoza. El bombardeo de la noche del 2 al 3 de agosto de 1936 activó la necesidad en el bando franquista de encargar un proyecto a Borobio que sirviera para unificar un espacio urbano que en nada se parecía a lo que es ahora. Este se redactó y aprobó en tiempo récord, en noviembre estaba diseñada y en julio de 1937 se aprobó pero no fue hasta enero de 1939 cuando se iniciaron las obras. Para entonces el Cabildo ya había vendido los terrenos al Ayuntamiento de Zaragoza por 2 millones de pesetas (equivalente a 12.000 euros) y le había prohibido que vendiera a obreros y peregrinos las miles de medallas de latón de la Virgen del Pilar que encargó para recaudar fondos. Un origen muy sintomático de lo que ha sido su historia, con dinero de las administraciones para ponerla en valor y transformarla con el principal aliciente de apoyarse en la imprescindible atracción que ha significado la basílica del Pilar y la catedral de la Seo, en busca de esas aglomeraciones que en sus inicios se basaban en los grandes desfiles militares que el franquismo quiso para ella como símbolo de la nueva España tras la guerra civil o en la promesa de convertirla en lugar de peregrinaje de millones de personas. Es poco conocido que su diseño se inspiró en la explanada de Lourdes, un ejemplo que quería imitar.

Uno de los detalles más llamativos de su dilatada historia en Zaragoza es que la plaza del Pilar nunca ha sido un espacio completamente diáfano, aunque siempre ha tenido esa posibilidad de conectar las Murallas romanas con la catedral de la Seo sin ningún obstáculo por medio. Ahora está la Fuente de la Hispanidad como gran barrera que le separa del entorno de la iglesia de San Juan de los Panetes o la Fuente de Goya, que reordenó las esculturas dedicadas al maestro de Fuendetodos. Pero durante muchos años estuvo fragmentada por jardines y arbolado (llegó a tener cipreses) que ofrecían varios espacios con autonomía. La plaza de Oriente de Madrid era su gran inspiración. Mientras, se ensanchaba hasta conectar con el bloque de edificios alineados a la altura del pasaje del Ciclón. También estuvo muchas décadas siendo lugar de tránsito de vehículos, ya que no fue peatonal hasta la más importante transformación de su historia reciente, la que diseñó el arquitecto municipal Ricardo Usón y que se llevó a cabo en 1991. Con ella se consiguió la imagen que hoy presenta, pero para entonces ya se había producido un importante desembarco de las administraciones públicas en ella, una de las actividades que más han marcado su evolución.

Con esta reforma se construyó el párking subterráneo que permitiría hacerla 100% peatonal y que acabó obligando a hacer lo mismo con la calle Alfonso en 2002. Se instaló la Fuente de la Hispanidad y todos sus aderezos adheridos, y se levantó el Museo del Foro al encontrar un importante hallazgo arqueológico mientras ejecutaban las obras. Otro museo que sumar a la Lonja actual, que antes se quiso para festejos y eventos municipales, y al futuro Centro Goya que se alojará en lo que durante décadas fueron los juzgados. Un trasiego que siempre le ha llevado a cambiar de usuarios: antes militares y católicos, luego funcionarios y después la ciudadanía y el turismo creciente. Por eso se explica que sea el mejor epicentro posible para todos los actos centrales de las Fiestas del Pilar. Y ya casi para cualquier evento masivo en la ciudad, aunque ahora se empieza a medir la afluencia y se decide cuándo hay que cerrarla si se llena. Quizá porque empieza a dar síntomas de que necesita un nuevo cambio para el futuro.

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