Opinión
Azcón y el talón de Aquiles del PP
La indefinición de Feijóo en temas muy sensibles y el aumento de la radicalidad en algunos barones populares multiplica las opciones de repetir un fracaso electoral como el de 2023

El consejero de Hacienda, Roberto Bermúdez de Castro, y el presidente de Aragón, Jorge Azcón, este jueves en las Cortes. / JOSEMA MOLINA
Los riesgos de que el Partido Popular cometa errores se multiplican conforme se aproximan las citas electorales. El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, lo demostró en la recta final de los comicios celebrados en julio de 2023 en los que no logró alcanzar la mayoría absoluta con la suma de Vox, y ahora vuelve a confirmarse esa realidad con las salidas de tono de algunos de sus barones autonómicos y con la indefinición del líder gallego a la hora de posicionarse con claridad en temas como el aborto y el genocidio en Gaza. Los nervios están a flor de piel y son numerosos los traspiés que, en unos casos las circunstancias y en otros la incapacidad de aplicar el sentido común, han llevado a los barones del PP a meter la pata hasta la rodilla y más allá. Y todo por su incapacidad a la hora de fijar una posición política sensata sobre temas transversales a la sociedad. En definitiva, el mensaje y cómo se trasmite se ha convertido en el gran talón de Aquiles del partido de Núñez Feijóo.
Algunos de los principales valores del Partido Popular como la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y los presidentes de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla; Comunidad Valenciana, Carlos Mazón; y Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, han sido víctimas de sus propios errores en algún momento en los últimos cuatro meses. A Díaz Ayuso no se le ocurrió otra cosa que animar a las mujeres a abortar en otro lugar –«Váyanse a otro lugar a abortar», dijo– por su obcecación a no facilitar un registro de médicos objetores tal y como exige la ley.
El contrapunto a esta postura lo puso el presidente de Aragón, Jorge Azcón, que en los últimos meses ha conseguido sortear los charcos en los que han caído habitualmente alguno de sus colegas. «En Aragón vamos a cumplir la ley y no hay más debate», zanjó al ser preguntado el pasado viernes por la polémica sobre el aborto. Aplicar el sentido común, que hoy en día parece ser el menos común de los sentidos, no solo es sano sino que también demuestra que un líder no ha de verse superado por los acontecimientos, el ruido o la indefinición que, día sí y día también, se respira desde la sede de Génova. Porque los ciudadanos y los potenciales votantes necesitan certezas sobre el rumbo que toma quien les ha de guiar.
El presidente aragonés ha conseguido sortear los charcos en los que han caído habitualmente alguno de sus colegas de partido
Resulta complicado trazar la hoja de ruta durante la tempestad, pero, a la larga, la sensatez es siempre la mejor opción. Esto ocurrió, por ejemplo, con el debate sobre la inmigración. Feijóo propone un visado por puntos para inmigrantes condicionado a la «falta mano de obra» y a que el afectado en cuestión demuestra una «cultura» próxima. ¡Qué gran ocurrencia, Alberto! Y lo hizo porque Vox le sopla en la nuca, pero se olvida de su electorado, aquel que se sitúa en el centro derecha y no en la radicalidad. Esa deriva ultra, espoleada también por Díaz Ayuso y por los ideólogos más conservadores del PP no parece, por ahora, haber calado en Aragón. Y eso que los de Azcón necesitan los votos de Vox para aprobar los presupuestos de la comunidad y dar más estabilidad a un gobierno sólido pero frágil al mismo tiempo. El presidente aragonés reiteró el viernes pasado que cumplirá la ley con el reparto de menores inmigrantes y retó al partido de Alejandro Nolasco. «Si hay algún miembro de Vox que cree que incumplir la ley es el camino, que acepte un puesto en el Departamento (de Servicios Sociales) y que sea él quien incumpla la ley y que entienda cuáles son las consecuencias. Ni yo, ni nadie de mi equipo estamos dispuestos a incumplir la ley», subrayó.
Otro de los líderes que está en cuestión es Juanma Moreno, que esta semana se ha cubierto de gloria al señalar que la Junta no informaba de los casos dudosos de cáncer de mama «para no generar ansiedad» a las afectadas». El escándalo en Andalucía es mayúsculo, y todo porque se va dejando morir la sanidad pública poco a poco desde hace ya algunos años. Azcón, que anunció un nuevo hospital Royo Villanova y mejoras en la red de centros públicos de salud, debería de tomar nota de cuál es el camino al que lleva la privatización de la sanidad.
Pero todo comenzó este verano con la pésima gestión de los incendios en Castilla y León por parte de Ferrnández Mañueco. La razón, la misma: desmantelamiento de un servicio público. Unas semanas después el presidente aragonés anunciaba la creación de una Agencia de Emergencias.
Todo esto ha sucedido en apenas tres meses, por lo que queda un mundo para las elecciones, sea cual sea la fecha final. Hasta entonces pueden darse infinidad de situaciones, pero perder el discurso, el mensaje y el rumbo es, sin duda, la peor opción para quien quiera ganar. Algunos todavía no lo saben, otros lo están comprobando y hay quien ha tomado ya buena nota.
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