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Opinión | EDITORIAL

Empate técnico, más polarización

La encuesta del GESOP muestra un panorama político incierto: un empate técnico entre un PP que no se beneficia de la crisis del PSOE que recupera apoyos, con un Vox que gana fuerza y aseguraría la mayoría de la derecha, una izquierda alternativa estancada, un independentismo que se decanta en favor de ERC y un pesimismo social en aumento. El PP no ha sido capaz de aprovechar el impacto ocasionado por los casos Koldo, Ábalos y Cerdán que afectan al PSOE. Feijóo obtiene su peor estimación desde que lidera el PP, con una fidelidad en mínimos y una brecha con Vox que en un año se ha reducido de 13 a apenas tres puntos. Su figura se diluye incluso entre sus propios votantes, que apenas le conceden el aprobado, y su preferencia como presidente cae hasta situarse casi al nivel de Santiago Abascal. En cambio, Vox emerge como la única formación que crece. Con una base electoral sólida y una fidelidad superior al 70%, refuerza su peso dentro del bloque conservador. Así, pese al retroceso del PP, la suma de ambas formaciones volvería a alcanzar la mayoría absoluta: una derecha más fuerte en los números, pero también más dependiente de su ala radical.

En el otro extremo, el PSOE muestra una recuperación moderada y Pedro Sánchez se mantiene como el preferido para presidir el país. Tras un verano que se anunciaba adverso, el presidente ha logrado estabilizar su apoyo y mejorar su valoración. En intención directa de voto aventaja al PP y vuelve a aprobar entre sus votantes, así como entre parte del electorado de Sumar y de algunos nacionalistas. Es un repunte limitado, pero suficiente para devolver a los socialistas cierta iniciativa. Sin embargo, la izquierda a la izquierda del PSOE sigue sin despegar. Sumar y Podemos mantienen porcentajes similares a los de 2023, pero su fragmentación amenaza con traducirse en menos escaños. En el ámbito independentista, ERC se impone claramente a Junts, que acusa el desgaste de su estrategia más confrontativa. Los republicanos ganan terreno desde el pragmatismo, en un espacio soberanista cada vez más dividido y con menor influencia en la política española.

Y todo ello ocurre en un contexto social marcado por el pesimismo. Dos tercios de los ciudadanos desconfían del futuro y la mayoría considera que el PP contribuye más a la crispación. Aunque las valoraciones del Gobierno siguen siendo más negativas que positivas, mejoran ligeramente. No hay entusiasmo, pero sí una demanda clara de estabilidad y responsabilidad. Esa exigencia se traduce en una idea ampliamente compartida: el Ejecutivo debe presentar Presupuestos y, si no lo hace, más del 60% de los españoles cree que Sánchez debería convocar elecciones, incluso entre parte de su propio electorado.

Ante esta expectativa España parece abocada a un escenario dominado por la polarización, donde el pulso entre el PSOE y Vox amenaza con eclipsar cualquier espacio de moderación. Con un Sánchez y un Abascal que se definen y se refuerzan mutuamente en ese enfrentamiento , el PP corre el riesgo de quedar arrinconado, incapaz de marcar el rumbo ni de ofrecer una alternativa. Una deriva que puede deja al país atrapado en una confrontación permanente, muy alejada de la estabilidad, la responsabilidad y el consenso que reclama la ciudadanía.

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