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Opinión

Llegan las grandes obras de legislatura

La reforma del Coso y la plaza San Miguel de Zaragoza comienza el próximo lunes en lo que será dar inicio a la primera gran actuación estratégica de lo que resta de legislatura, a la que seguirán las de la avenida Valencia y, sin ser íntegramente responsabilidad del ayuntamiento, también la transformación de los suelos del Portillo y reordenación de las vías que los rodean. Son tres proyectos ambiciosos de renovación urbana, con un coste millonario y de largo recorrido. Muchos meses de obras de ejecución para llegar a tiempo a estrenarlas antes de las elecciones y a la vez muchos días de molestias y afecciones para residentes, comercios y usuarios de la vía pública que serán los que sufran las consecuencias de levantar la calle para acometer una mejora tan necesaria.

No se le puede negar a la alcaldesa, Natalia Chueca, la valentía con la que asume este riesgo, porque el peaje que le puede pasar en las urnas como se tuerzan los plazos puede ser irreparable. Ella misma, en la entrevista concedida a EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, reconocía que le puede pasar factura o no, que el efecto de estos trabajos puede afectarle a sus resultados «para mal o para bien». Y es verdad que se juega mucho, aunque quizá con la tranquilidad que le dan las encuestas que apuntan a una victoria holgada del PP en los próximos comicios municipales, si no una mayoría absoluta. Pero las máquinas aún no han aterrizado y ya están generando rechazo en el entorno en el que se va a actuar durante más de un año, además con todas las alegaciones recibidas que no fueron tenidas en cuenta y sin que las molestias aún se hayan dejado notar.

Es una obra importante que luego, cuando esté terminada, debe convencer a todos de que el esfuerzo, el sacrificio y las molestias han merecido la pena, y ya se han dado demasiados casos en Zaragoza, y fuera de ella, de proyectos que cuando se estrenan nada tienen que ver con las recreaciones iniciales o las promesas que los impulsaron. Cuando el autobús tarde más en llevarles al trabajo durante las obras, cuando las tiendas vean cómo es más difícil atraer clientela a un laberinto de zanjas, vallas y pasos cortados y caigan sus ventas o cuando los vecinos tengan que soportar el ruido, el polvo o las consecuencias que van aparejadas a una zona en obras, para ellos no habrá simulaciones ni infografías sino fuego real en su día a día.

El próximo lunes se pondrá en marcha un plan de movilidad para este eje Coso-San Miguel que todos recordarán que se les presentó un jueves por la mañana, solo cuatro días antes, con muchas dudas incluso para quienes se hayan estudiado lo publicado, imaginen los que no se hayan enterado. Y seguro que, como es habitual, habrá quienes se topen de bruces con los desvíos ese mismo día. Pero siempre dicen los expertos en movilidad que estos cambios en los hábitos se sufren solo uno o dos días, al tercero se encuentran alternativas.

El problema puede ser, en este caso, la falta de alternativas. Porque todo apunta a que el eje Asalto-paseo de la Mina-Constitución va a soportar una carga de ese tráfico desviado pese a que para muchos ya está saturado, especialmente en el tramo que está más próximo a la plaza Paraíso y el centro de la ciudad. Pero no hay más salida si ese es el itinerario, salvo dar un rodeo que reparta esos esfuerzos por otros viales.

Sea como sea, el día 20 ya no habrá probaturas. Igual que en mayo de 2027 con el resultado final, no habrá margen de error para esta calle principal de Zaragoza. Lo peor es que luego llegarán la avenida Valencia y el entorno del Portillo, y antes de final de año estarán en obras las tres de forma simultánea, con sus desvíos y sus miles de afectados y enfadados. Se avecina un 2026 de alto voltaje en Zaragoza.

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