Opinión | Tercera página
El baile de los Tomahawks
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, cada vez más desesperado por el curso de la guerra en su país, ha pedido a Donald Trump el arma que cree definitiva: los misiles Tomahawk.
Con ella, sus Fuerzas Armadas podrían atacar no sólo San Petersburgo, sino el propio Kremlin si es que Zelenski resolviese decapitar al Gobierno enemigo. Y, claro está, Washington se lo permitiera.
El ex presidente ruso Dmitri Medvedev ha advertido del enorme peligro que supondría el empleo de esa arma, y no sólo para Rusia. Una vez en el aire, resulta imposible saber si el misil va cargado con un explosivo convencional o con una bomba atómica, y en tal caso, Moscú tendría que ponerse en lo peor lo peor y actuar en consecuencia.
El presidente Trump parece ser también consciente del riesgo que supondría dejar esas armas en manos de los ucranianos como quiere Zelenski.
Los Tomahawk que se entregasen a Ucrania tendrían en cualquier caso que comprarlos los europeos porque así lo ha dispuesto Trump para todo el futuro armamento destinado a Kiev.
Uno entiende que Zelenski quiera los Tomahawks, cuyo manejo exige la participación de expertos militares norteamericanos, pues ello implicaría la entrada directa de EEUU en la guerra, algo que aquél lleva tiempo buscando.
Lo que no se entiende es el irresponsable afán de gobiernos europeos como el alemán, el británico, el polaco y los de las pequeñas Repúblicas Bálticas en convencer al dubitativo Trump para que dé ese paso.
Los europeos seríamos los primeros en sufrir un ataque de Rusia en el caso de que un Tomahawk cayera sobre cualquier ciudad de Rusia.
Hay quienes piensan, y uno espera que tengan razón, que Trump sólo trata de dar largas y mientras tanto utiliza los Tomahawks como instrumento de presión sobre el presidente ruso.
El otro día, el republicano adelantó a los periodistas lo que pensaba decirle a Putin: que si éste no aceptaba llegar a un acuerdo con Kiev para poner fin a la guerra, permitiría la entrega a Ucrania de los misiles.
«El Tomahawk es un arma increíble, muy ofensiva. Y honestamente no creo que Putin necesite un ataque de ese tipo», se jactó el republicano.
Para Putin, se trata por el contrario de un arma desarrollada hace ya algún tiempo y que las defensas antiaéreas rusas estarían en condiciones de interceptar. Además, en el caso de que Trump diese luz verde, aun con condiciones, a su empleo por Ucrania, podrían pasar meses antes de que Kiev pudiese disponer del misil.
Mientras tanto, Rusia sigue avanzando en el Donbás. Y hay quien pronostica que en caso de que Kiev se empeñe en continuar la guerra en lugar de aceptar las condiciones del Kremlin, Odesa y Nicolaiev serán los próximos objetivos.
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