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Opinión | Sala de máquinas

Niños robados, niños violados

La novela negra ha asumido como propios aquellos elementos de la novela social que ésta, al haber prácticamente desaparecido como género, trabajaba a fondo cuando casi nadie, y mucho menos los poderes convencionales, establecidos, lo hacía. En ese sentido, la vieja novela policíaca, limitada a la resolución de un enigma, ha salido ganando, cimentándose en más sólidas y perdurables bases que en una mera prestidigitación, por ingenioso que sea su «insospechable desenlace».

En esa línea de novela negra imbuida de temas y preocupaciones sociales viene construyendo su serie policíaca Marta Robles. Una autora muy versátil –con una seria formación y un talento natural para narrar historias complejas–, que ahora vuelve al plano de la actualidad gracias a su nueva y reciente novela: Amada Carlota.

Sugerente y enigmático título que confía buena parte de su trama, y la solución de sus sucesivos y encadenados misterios, a un detective, Tony Roures, personaje principal, protagonista, encargado de resolver un delictivo asunto (Roures ha solucionado ya tres, en otras tantas y recomendables novelas).

Amada Carlota se centra en el trasfondo del robo de niños recién nacidos. Una práctica que, en principio, podríamos dar por extinguida, tétrico recuerdo de lejanas épocas de nuestra historia; o bien, de ejercerse hoy, únicamente en países del tercer o cuarto mundo. No siendo, sin embargo, así, porque, por desgracia, esa inhumana lacra nunca ha dejado de sumar nuevas víctimas a su siniestra contabilidad. Niños robados, bebés con horas o días de vida arrancados de las cunas de los «nidos» de hospitales, médicos que se prestaban (¿se prestan?) al engaño firmando falsos certificados de defunción, sacerdotes y monjas implicados en la sustracción y venta de seres humanos, siniestras enfermeras que trabajaban (¿trabajan?) para organizaciones mafiosas, ofreciendo niños a familias de adopción a cambio de dinero o favores políticos (bebés entregados a altos cargos de las dictaduras franquista, argentina, rusa...).

Sobre ese drama de fondo, Amada Carlota irá tejiendo una trama de atormentadas identidades y espurias genealogías que Roures expurgará entre falsos testimonios y documentos, luchando por descubrir una verdad que libere a su amante. Piedra de toque para el género negro-social hoy en boga y nueva prueba del talento de Marta Robles.

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