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Opinión | Virando a babor

El odio que siembra Feijóo

La primera vez que llegué a Argentina inevitablemente me presentaban como gallego. Al principio me esforzaba por aclararles que yo no era gallego, sino aragonés. Desistí de reiterar la aclaración porque les daba igual. Todos los españoles somos gallegos. Y punto. Pues vale, un honor. En otra ocasión, en la Feria del Libro de Buenos Aires, escuchamos una música familiar e investigamos su origen. En un gran salón de actos había gallegos, esta vez sí, centenares y centenares de gallegos. Celebraban un acto organizado por la Casa de Galicia, toda una institución en Buenos Aires. Y nos añadimos a la fiesta como habría hecho cualquier otro gallego. También los aragoneses tenemos Casa en Buenos Aires, y en La Plata, y en Mar de Plata, y en Mendoza, y en Córdoba y en Santiago de Chile, y en Curitiba (Brasil).

Visité a los aragoneses en Buenos Aires y en Santiago, antiguos emigrantes empeñados en mantener sus vínculos con su tierra de origen o nuevos profesionales que buscaban otros horizontes laborales. España ha sido país de emigrantes. ¿Hay alguien que lo dude? Por las calles de Buenos Aires he visto pasar autobuses con propaganda electoral del PSOE, que tiene allí una agrupación. Y los gallegos hablan sin parar de los programas dedicados a que los más veteranos puedan visitar su tierra. Dicen que su voto puede influir decisivamente en las elecciones gallegas y por eso los cuidan con mimo y presupuestos. Por eso, que el expresidente de Galicia presente su plan sobre emigración, calcado al de VOX, que estigmatiza al emigrante, que rezuma racismo, produce vergüenza ajena y tristeza.

Les da igual todas las proyecciones demográficas que nos indican la necesidad de nuevos pobladores. No quieren reconocer la realidad actual que es su aportación fundamental en el desarrollo económico de España. Les importa un bledo lo que digan los científicos sociales. Siembran un discurso de odio porque piensan que reciben el voto de los más ignorantes, acomplejados y racistas. Alimentan un bulo que relaciona emigrante con delincuencia contra toda evidencia empírica. A mis amigos gallegos de Buenos Aires también les da vergüenza el tal Feijóo.

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