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Opinión

PP, Vox y el sudoku electoral en Aragón

La dificultad del Ejecutivo de Azcón para sellar unos presupuestos con el partido de Abascal abre un escenario incierto, en el que cobra cada vez más fuerza un adelanto electoral

Alejandro Nolasco y Jorge Azcón, en 2024, en un pleno en las Cortes de Aragón.

Alejandro Nolasco y Jorge Azcón, en 2024, en un pleno en las Cortes de Aragón. / LAURA TRIVES

La crisis entre el PP y Vox en Aragón ha elevado la tensión política y los decibelios en la comunidad después de que EL PERIÓDICO DE ARAGÓN publicara, el pasado martes, los mensajes fascistas y racistas que se podían leer en las redes sociales del asesor parlamentario del partido de la ultraderecha, Marcos Francoy. La conducta no solo fue afeada por el presidente de Aragón, Jorge Azcón, sino que éste amenazó con romper toda relación con Vox si no era cesado de forma inmediata. Unas horas después fue apartado de su cargo, pero la refriega no quedó ahí y fue el propio Santiago Abascal quien ordenó rechazar un posible acuerdo con el PP para sacar adelante los presupuestos de Aragón para 2026. Además, amenazó con no apoyar a Azcón en una futura investidura. La bravuconada del líder de la ultraderecha es propia de una reacción infantil y responde más a la rabieta de un niño que a alguien a quien se le presupone más altura de miras, pero lo cierto es que, si no hay vuelta atrás, el horizonte dibuja un cambio de escenario en la legislatura.

El Ejecutivo de Azcón se ha mostrado reacio a adelantar las elecciones autonómicas, pero el hecho de que no pueda aprobar unos presupuestos por segundo año consecutivo consolida la sensación de fragilidad e inestabilidad en el Gobierno de Aragón. Además, deja al PP sin argumentos cuando denuncia que Pedro Sánchez no puede gobernar si no tiene apoyos para sacar adelante las cuentas públicas. Esto demuestra, una vez más, que las verdades absolutas guardan muchos rehenes y que la realidad no es inmutable sino que cambia en función de factores que, en muchas ocasiones, escapan del control.

Azcón, por tanto, se enfrenta a una encrucijada en la que tendrá que decidir qué estrategia adopta. Lo más probable es que presente un proyecto de presupuestos, aunque Vox pueda echarlos abajo. Quizá sea la vía más inteligente para demostrar que el Ejecutivo tiene un proyecto para Aragón y para obligar al partido de Abascal a fijar una posición. Porque no solo de performance vive la política, también hay que decidir, priorizar y mojarse. Este escenario también permitiría al ciudadano tener más información y argumentos a la hora de analizar y valorar qué es lo mejor para Aragón.

Si las cuentas públicas decaen, el PP tendrá que pasar a la siguiente pantalla, en la que deberá optar por agotar la legislatura pese a las circunstancias, o apretar el botón y convocar unas elecciones anticipadas. Quizá no sea el escenario deseable porque paraliza la maquinaria de una administración que se encuentra inmersa en la gestión de proyectos e inversiones de calado para Aragón. Eso por no hablar de la incertidumbre que genera tener que esperar al resultado de las urnas. El PP sigue echando cuentas, pero la realidad es que ningún partido político ha logrado obtener mayoría absoluta en una comunidad en la que la estabilidad se ha fraguado a través de pactos entre las diferentes fuerzas políticas.

La bravuconada de Abascal responde más a la rabieta de un niño pequeño que a alguien a quien se le presupone altura de miras

Otra de las incógnitas que habría que despejar, en el caso de que hubiera un adelanto electoral, sería la fecha y el momento elegido. La volatilidad de la intención de voto es todo un hándicap en política, pero también lo es la estrategia que quiera seguir el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, que podría tener influencia en los planes de Azcón. «En Aragón tomaremos nuestras propias decisiones», aseguró el presidente aragonés hace unos días respecto a un posible adelanto electoral. Hoy, todo apunta a que Génova ya no apuesta por un súper domingo en marzo sino por secuenciar los procesos electorales, teniendo en cuenta que los ciudadanos de Castilla y León y Andalucía irán a las urnas. Este escenario le permitiría a Feijóo testar la situación para poder realizar algún tipo de cambio en la estrategia, en vez de jugarse todo a una carta. Está por ver qué margen de maniobra tiene Azcón respecto a una decisión de tal calibre, aunque Feijóo, en principio, dio libertad a sus barones.

El líder del PP en Aragón parece apostarlo todo a la prudencia, una virtud que permite discernir qué camino tomar teniendo en cuenta las circunstancias. Ya lo hizo tras las autonómicas de 2023, algo que no hicieron ni Mazón en la comunidad valenciana ni Guardiola en Extremadura. Pero los caminos de la política son inescrutables.

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