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Opinión | SALA DE MÁQUINAS

Lo insoportable

Titular con el artículo neutro «lo» no es «lo» más correcto, pero me he permitido utilizarlo para neutralmente definir algo genérico que a muchos afecta, y cuyo origen, causa y efecto abarca materias muy amplias. J.J.Bayona utilizó este recurso en su película 'Lo imposible', o Frank McCourt en su novela 'Lo es'.

Me sumo ahora a esa práctica para definir a Carles Puigdemont como «Lo insoportable».

A él y, naturalmente, a su partido, Junts, bastardo epílogo del pujolismo corrupto en forma de una herramienta de chantaje permanente al Estado español y a sus sucesivos gobiernos, bien en base a esgrimir la independencia de Cataluña, bien a base de «vender» sus votos en el Congreso de los Diputados al mejor postor. Cotización que, tras los últimos y recientes movimientos en la bolsa del «hemicirco», ha vuelto a subir. Hoy, cada voto de El Puigdi vale una autopista, un aeropuerto, una cadena en catalán o una condonación de deuda. Con más vidas que El Lute, el gran Puigdemont, fugado de la Justicia española, paria de Europa, escoria moral y nulidad intelectual, vuelve a levantarse de su tumba extranjera y a erigirse en árbitro de la política española.

De ahí, ¿coinciden conmigo?, «lo insoportable» de esta anómala y perversa situación institucional que a todo un país salpica.

¿Solución? La hay, desde luego. Si Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijoo, que tanto se quieren a sí mismos, al extremo de no dimitir bajo ninguna circunstancia (ya procesen al hermano, ya nos ahoguen y enfermen sus presidentes autonómicos, ya roben sus secretarios de organización, ya encarcelen a sus ex ministros...) fuesen, de verdad, hombres de Estado, en lugar de un par de políticos más, muy del montón, habrían acabado hace mucho tiempo con el siniestro papel de Puigdemont. No habrían permitido –¡pero lo han hecho!– que un prófugo malversador de caudales públicos y mortal enemigo de la Constitución les impusiera nada; lo habrían anulado, desactivado, primando sobre cualquier intento de chantaje una sana capacidad de los dos principales partidos, PSOE y PP, para llegar a acuerdos. No han sido capaces, aunque sí de insultarse hasta la degradación y de hacer el ridículo frente a la colla independentista.

Todo muy insufrible...

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