Opinión | MIEL, LIMÓN & VINAGRE
Ni la IA escribe peor que la RAE

El Director de la Real Academia Española, Santiago Muñoz Machado / REDACCIÓN
Escoger entre Luis García Montero y Santiago Muñoz Machado es tan difícil como pronunciarse sobre Putin y Feijóo. Quédate siempre con el tercero. El director del Instituto Cervantes atacó a su rival por lo penal, según acostumbra. La réplica por lo contencioso del también director de la Real Academia es uno de los textos más torturados de la accidentada historia del castellano.
El Instituto de García Montero es una carísima sinecura para que los intelectuales pesebristas se sacudan el polvo provinciano en opíparas capitales del planeta. La Real Academia es un organismo paralítico o parasitario según proceda, donde el último duelo midió a Juan Luis Cebrián y Muñoz Machado por si se necesitaran más pruebas. En su desquite contra el viudo de Almudena Grandes, la RAE también ha demostrado que escribe peor que la IA, aunque con la misma prosa para besugos de los chatbots. De qué te sirve albergar a un capitán Alatriste en casa, si eres incapaz de asestar un par de mandobles.
Los catedráticos de Derecho Administrativo no saben escribir por definición. Propenden a la sobrecarga de cláusulas, por lo que no faltarán quienes sospechen que Muñoz Machado ha sido elevado a los altares lingüísticos por su segundo apellido indiscutible. Desde luego que no se reivindica con un alegato de defensa mamarrachado, donde se habla de la «asistencia» de quienes no han asistido a la reunión, o se define como «una ocasión fundamental» a unas vacaciones de turismo de lujo en Perú.
En una cumbre insuperable del análisis literario, Muñoz Machado define a Vargas Llosa como un escritor «relevante», tanto al menos como «la relevante renovación de los programas». Hasta ahí llega la irrelevante pereza académica, la conexión con los administrativistas se refleja en la proliferación de la adjetivación y nominación en -ción. No hay palabra acabada en esa agudeza que haya quedado excluida del texto fortificado.
En su burda autodefensa en tercera persona, sostiene Muñoz Machado que «ha sido elegido democráticamente», ignorando la etimología de la palabra y su abuso en una institución aristocrática, sobre todo por apolillada. Campeón de la redundancia como buen administrativista, habla del «programa académico del Congreso, y los académicos de la institución».
A estas alturas del duelo polvoriento y pulverulento, el lector de comunicados aboga encendidamente por la expulsión simultánea de Muñoz Machado y García Montero de sus cargos respectivos, aunque los más sádicos intelectualmente pujarían por un intercambio de sillones. Nada que ver con el vibrante duelo intelectual entre BBVA y Sabadell.
«El poder de expresarse es tan antiguo como la raza humana», expresa magistral Muñoz Machado en Los itinerarios de la libertad de palabra, desarrollo de su discurso de ingreso en una Academia que no le merece y viceversa. Sin entrar en que «especie humana» sería más apropiado que «raza humana», según el Diccionario de la RAE, en esta frase aparentemente sencilla se nos desvela el prodigio de que la palabra aparece sobre el planeta con el humano racial. Y los canallas pretenderán luego que la Academia es una institución intelectualmente superflua.
Muñoz Machado escribe escuchándose, enlaza «pero para entonces» sin ruborizarse, su discurso de inauguración académica no pasaría del aprobado en un examen de Selectividad. Le asaltan dificultades evidentes para completar una redacción elemental, deben ser otras las virtudes que adornan a un director tan «democrático».
Aunque la misión fundamental del comunicado de la RAE fuera denigrar a García Montero, y no debe disuadirse a nadie de tan noble cometido, Muñoz Machado venía obligado a una mínima prestancia académica. Desde luego que no la alcanza en «liderarán todos los ejes temáticos», cumbre del tecnocratés en un Congreso que tiene «el lenguaje claro y accesible» como uno de esos propósitos axiales. A la tercera ocasión en que la RAE coloca al sujeto al fondo a la derecha de la frase, con un resultado ininteligible para la «raza humana», me aferro al chatbot como Graham Greene a su pipa de opio.
No hay tópico que la prosa del presidente de la RAE no haya pisoteado.
En la versión libresca de su ingreso, nos ilumina con su convicción de que «el futuro ya ha llegado», aunque sin reconocer el copyright de Radio Futura. Llevamos años esperando que alguien le ajuste las cuentas a García Montero, pero el actual director de la muy Real Academia está ampliamente incapacitado para la empresa. Un cínico adjuntaría la ausencia de razón alguna para que un idioma corra mejor suerte que el resto de actividades de su país más representativo.
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