Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Opinión | Editorial

Mazón debe contar la verdad

Un año después de la dana que acabó con la vida de 229 personas y arrasó decenas de municipios causando pérdidas de miles de millones de euros y dejando centenares de miles de damnificados, la situación de la Comunidad Valenciana sigue siendo muy preocupante. Los familiares de las víctimas no han recibido una disculpa digna de tal nombre por parte de las administraciones y ni siquiera han sido escuchadas por las autoridades. La reconstrucción avanza, pero en medio de grandes dificultades por la desconexión entre las administraciones central y autonómica, que ni siquiera han abierto puntos de información conjunta a los ciudadanos, que a la desgracia de perderlo todo en ocasiones deben sumar el sarcasmo de que se les someta a una burocracia asfixiante y se les atemorice a la hora de tramitar las ayudas que en justicia les corresponden. Pero, con ser gravísimas, la dana no solo ha tenido consecuencias físicas sobre las vidas de las personas o sus bienes. También las ha tenido morales. La sociedad valenciana se ha visto convertida en estos doce meses en rehén de una batalla política descarnada entre el PSOE, en el Gobierno central, y el PP, en el autonómico.

Son muchos los responsables de esta situación. Pero si hay uno por encima de todos es aquel al que los valencianos eligieron en 2023 para que encabezara su Gobierno: Carlos Mazón. Mazón, que no ha pedido nunca perdón a las víctimas, ha puesto bajo mínimos su credibilidad y la de la institución que representa al aportar innumerables versiones de su papel en la jornada trágica del 29-O, versiones que se han ido corrigiendo, cuando no desmintiendo. El último ejemplo se produjo el pasado fin de semana, cuando el diario Levante, del grupo Prensa Ibérica, desveló que tras su larga comida de cuatro horas con una periodista, y con la catástrofe ya desencadenada, Mazón tampoco volvió a su despacho, sino que aún se fue a acompañar hasta su aparcamiento a la persona con la que había almorzado.

Un líder no es líder si desaparece en el momento en que se le necesita. En términos penales, eso tendrá castigo o no. Pero en términos políticos no tiene discusión alguna. Mazón no estuvo cuando debía, no atendió la urgencia de las llamadas o las alertas, no hizo literalmente nada, en la larga tarde del 29-O, cuando más de dos centenares de valencianos se ahogaban, para tratar de ayudarlos, a pesar de que había un aviso de la Agencia Estatal de Meteorología que en ningún momento se retiró.

El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, ligó la continuidad de Mazón a su éxito en la reconstrucción. Y el propio Mazón también lo hizo. Pero si algo se ha demostrado en estos doce meses es que esa reconstrucción no puede salir adelante si Mazón no es sincero con los valencianos. El 29 de octubre de 2024 no solo se produjo una quiebra física, de las personas y sus bienes. Sino también una moral, que es tan preciso reparar como la otra. Mientras el president Mazón no comparezca para explicar lo que hizo y dónde estuvo, en definitiva, el cómo, cuándo y por qué del peor día vivido en décadas por sus conciudadanos, la sociedad valenciana no podrá confiar en sus instituciones. Así que o de una vez por todas Mazón comparece para detallar qué pasó o por el bien de todos, e incluso de él mismo, debe marcharse. 

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents