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Opinión

El crédito de los empresarios de Aragón

Las compañías de la comunidad han experimentado una notable transformación desde la crisis de 2008 y afrontan una década prometedora en la que la patronal tendrá un papel clave

Foto de familia tras la celebración de la gala de ADEA.

Foto de familia tras la celebración de la gala de ADEA. / LAURA TRIVES

La actitud cotiza al alza como una de los factores decisivos a la hora de afrontar retos. Cada vez son más las empresas que buscan perfiles de trabajadores que atesoran ese activo porque, en definitiva, es el más valioso para aprender un oficio, un empleo o una profesión, pero también para generar sinergias positivas en cualquier organización. Las ganas, el compromiso, la predisposición y el esfuerzo han arrebatado al currículum y la inteligencia el liderazgo en la carrera por satisfacer las necesidades de las miles de compañías que hay en Aragón y que están sedientas de candidatos con actitud. Sin embargo, ese vector no es el único que garantiza el éxito sino que ha de venir acompañado de otro decisivo: ser buena gente. El profesor y experto en psicología, Víctor Küppers, ofreció el pasado jueves una charla, en el transcurso de los Premios a los mejores directivos de Aragón (Adea), en la que subrayó que «la inteligencia no hay que admirarla porque tenerla es cuestión de suerte, pero sí que hay que admirar ser buena persona porque eso supone un esfuerzo». Durante la conferencia celebrada en el Auditorio de Zaragoza, los más de 1.500 invitados a la gala empatizaron con el experto, cuyas palabras permitieron a los directivos aterrizar del frenético día a día y tratar de poner en contexto y distinguir lo que resulta importante de lo accesorio.

Pocos imaginarían hace 20 años un discurso de este tipo ante tal aforo de directivos, pero todo ha cambiado demasiado. El perfil de los empresarios de Aragón es hoy otro. El ecosistema ha evolucionado con el paso de los años tras vivir su punto de inflexión a raíz de la crisis de 2008. Hoy, 17 años después de aquel crack, se pueden atisbar importantes cambios en un tejido puede sacar pecho y que presenta un horizonte esperanzador. De aquella recesión se aprendieron muchas lecciones, pero sobre todo se cambiaron los cimientos de un tejido que hoy nada tiene que ver con el que había hace casi 20 años.

La inercia positiva creada en los últimos años responde a varios factores, entre los que figuran la capacidad de incorporar gente capaz de poner por encima el interés general al particular, pero también la incorporación de las mujeres al mercado laboral y a los puestos de responsabilidad –el caso de María Jesús Lorente, que llegó a Cepyme tras 17 años de mandato de Aurelio López de Hita es solo un ejemplo– y el empuje demostrado por los jóvenes empresarios de Aragón, a través de AJE y otras organizaciones que han dinamizado el ecosistema y que han visibilizado que emprender no es solo una opción sino una necesidad en un momento en el que la comunidad vive un dinamismo económico sin parangón. Hay otro factor que ha elevado la cotización del tejido empresarial de Aragón, que es su resiliencia y su capacidad de creer, un salto cualitativo no menor que ha cristalizado con la configuración de clúster en sectores como la automoción, logística, energía, construcción, agroalimentación y tecnología, que se han revelado como un instrumento clave para competir y generar sinergias positivas.

La patronal de Aragón ha de anticiparse a los retos, elevar la reputación empresarial, aprovechar las oportunidades y sellar consensos estables

Los nuevos cambios que se avecinan en CEOE Aragón también representan un punto de inflexión en esta metamorfosis de la patronal. Dar normalidad a lo que no es normal no es el mejor camino y eso es algo que no ha sucedido en la organización desde hace unos cuantos años. Las presidencias de Ricardo Mur, Javier Callizo (ambos pactaron el relevo) y Miguel Marzo (un directivo, que no empresario) no cumplen con los estándares de lo que debería ser el patrón a seguir (más por las formas que por el fondo). Todos ellos han puesto en lo más alto la pujanza de Aragón y han contribuido a relanzar la imagen de los empresarios locales. Su trabajo ha sido más que notable, pero la comunidad afronta un nuevo escenario, en el que es necesaria la participación de todos y consensos sólidos, pero también tener una visión estratégica para encarar una década prometedora para Aragón, que ha de tener más peso en los órganos de representación de la patronal nacional. Benito Tesier está llamado a coger las riendas de CEOE en los próximos años, un candidato solvente y más que preparado, que deberán avalar o no los propios empresarios cuando llegue el momento.

En definitiva, las compañías aragonesas (grandes, medianas y pequeñas) viven un momento dulce, alentadas por un ciclo económico positivo. Los buenos tiempos pasarán, pero la patronal y todo el tejido productivo tienen que anticiparse, elevar la reputación empresarial de la comunidad, aprovechar las oportunidades actuales, sellar consensos estables y duraderos, y hacer las cosas como lo exige el siglo XXI. Con actitud y velando por el interés común.

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