Quisiera ser de Gibraltar, por ejemplo. Ir sin mascarilla y vivir en un lugar donde más del 70% de la población está inmunizada contra el covid. Entrar en los bares, pedir en la barra y tomarme una croqueta y una caña allí mismo, de pie. Comprar en las tiendas sin tener que esperar en la puerta a que salga el cuarto cliente que completa el aforo y pagar la compra con un puñado de monedas porque ya no está mal visto pasárselas de mano en mano. Salir a correr sin sentir miradas que me recuerdan que no llevo nada tapándome la boca. Pasar del reloj y volver a casa pasada la medianoche porque no hay toque de queda. Tirar el gel hidroalcohólico a la basura. Despreocuparme de la distancia social. Quisiera desterrar estas palabras para siempre de las conversaciones cotidianas y borrar todo esto del ideario colectivo.

Quisiera ser estadounidense también. Vacunarme rodeada de 3.000 almas en un polideportivo por el que pasan una legión de brazos dispuestos a sufrir un pinchazo que, además del virus, te inyecta, tranquilidad e ilusión a partes iguales. Con Moderna, con Pfizer o con la que sea. Quisiera saber qué se siente cuando, mientras echas al carro una lechuga, dos botes de garbanzos y tres bricks de leche, escuchas por megafonía que han sobrado un par de dosis contra el covid. Quisiera poder decidir ponérmela. Y marcharme a casa con la alegría de un viernes sabiendo que al día siguiente no trabajo, ceno pizza con coca-cola, y ya estoy inmunizada. Todo a la vez.

Quisiera que esto sucediera ya en España. Que fuera nuestro día a día. Quisiera dejar de hablar de los retrasos en la campaña de vacunación, los vaivenes de las decisiones sanitarias y la fatiga pandémica. Perder de vista los problemas con AstraZeneca, no oír las explicaciones de algunas instituciones europeas que acaban demostrándose erróneas y leer algo más que los efectos secundarios que provoca esta o aquella marca o para qué edades están recomendadas.

En el confinamiento nos animamos y esperanzamos con la música que sonaba en los balcones después de los aplausos de las ocho de la tarde. El 'Resistiré' llegó, reconozcámoslo, a cansarnos un poco. Ahora, en plena campaña de vacunación, el 'Quisiera ser' nos viene al pelo viendo lo que sucede a nuestro alrededor. La verdad es que el Dúo Dinámico tiene repertorio suficiente para que sus canciones pongan banda sonora a cada una de las fases de esta pandemia así dure un lustro, que esperemos que no. Salir saldremos, desde luego. Lo que no tengo tan claro es en qué condiciones. De lo que sí estoy segura es de que nos queda mucha música por escuchar. Del Dúo Dinámico o de quien sea. Elijan.