Leo en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN: «Muere Collins, el astronauta que fue, pero no piso la Luna». La información dice que durante 20 horas estuvo orbitando el planeta en solitario, mientras Armstrong y Aldrin bajaban al satélite y se inmortalizaban en una imagen que en aquel día de julio dio la vuelta al mundo en televisiones en blanco y negro. Al menos en mi país, que era un país en blanco y negro.

Corría el año 1969 y en esa España posfranquista la gente mostró ilusión y euforia ante esa hazaña que era histórica, y que hacía pensar en un futuro prometedor donde la ciencia, la investigación y la tecnología nos iban a llevar por el camino adecuado tras años de tormento y desolación con dos guerras mundiales que devoraron Europa, una atroz guerra civil y su posterior dictadura, que dejó a España diezmada y contrahecha.

Sigo leyendo la noticia, porque lo que más me gusta de la misma es cuando retrata la pasión de aquellas personas que, viviendo en la sombra, consiguen hazañas que dan honores y laureles a sus compañeros, a esos que son la cara visible del triunfo, mientras todos los Collins del mundo han permanecido y permanecen en silencio y en el lado oscuro de la Luna.

La historia está llena de nombres en sombras sin los cuales las cosas hubieran sido de otra manera y esa otra manera habría sido peor casi con toda seguridad. Las mujeres dibujan muchos de los nombres en la sombra y que están detrás de triunfos y hallazgos que, o bien fueron firmados por sus compañeros hombres, o bien aparecieron bajo pseudónimos, que fue la forma que durante siglos tuvieron para decir, escribir, opinar….

Pero los ocultos en el lado oscuro de la Luna están por todas partes: son los gregarios que consiguen el éxito y la fama de aquel que, pudiendo no ser el mejor, es el elegido por cuestiones que se escapan a la razón y que descansan en el alma y en los corazones de cada uno de nosotros, que sabemos que tras la cara del éxito y de la fama hay tantas manos y bocas como plagios y rupturas.

Dicen que Collins sí piso la luna y que lo hizo de forma metafórica. Ignoro si eso fue suficiente para él, pero imagino que sí, porque se consideraba a sí mismo un guerrero y ni la fama ni su propia vida eran lo realmente importante. Su misión era inmortalizar ese 21 de julio de 1969 con un único titular: «El hombre pisa la Luna por primera vez».

Los nombres en sombras que han vivido en el lado oscuro de la Luna son nuestra curva plateada, esa que algunos saben apreciar entre el celeste y frío anonimato que significa perdurar en la nebulosa de ser un nombre en la sombra.