Unas olimpiadas sin público, sin récords por ahora, más ocupadas en los límites psicológicos y físicos de los atletas, del lema olímpico Citius, altius, fortius hemos pasado al ¿de verdad podemos más rápido, más alto, más fuerte? ¿a qué coste? Los juegos olímpicos se han alineado con la pandemia de la que seguro no hemos salido iguales, y los relatos humanos desplazan a los deportivos. Estamos todavía en el recuento de daños de las últimas crisis de este siglo que nos han pasado por encima y que nos han convertido en ciudadanos menos optimistas y ambiciosos. Nos movemos entre la inmediatez y la parálisis, entre lo cotidiano y lo escenificado.

El agotamiento nos ha llevado a la nada, hemos conseguido el mindfulness que tanto negocio genera, por cansancio. Es difícil mirar alrededor y no ver solo más de lo mismo, la nueva amenaza de la misma moción de censura de Vox, las mismas declaraciones de Casado en variados fondos escénicos, las mismas ruedas de prensa del presidente del Gobierno sobre la necesidad de unidad para no dejar a nadie detrás, las mismas exculpaciones de cargos del PP en los procesos de corrupción. Hoy, después de la Conferencia de Presidentes que se celebra en Salamanca, veremos las mismas ruedas de prensa de los líderes autonómicos cuyo contenido podemos predecir al milímetro. Es difícil encontrar algo fuera del bucle vacuo, si hasta Tele 5 ha vuelto a ser lo que era después de una extraña excepcionalidad, el negocio a costa de cualquiera. Las plataformas de contenidos en verano se parecen a las reposiciones televisivas veraniegas de nuestra infancia, la felicidad de Instagram resulta cada vez más impostada. No demandamos turismo de aventura ni vacaciones de sensaciones tan en auge en los últimos años, bastantes emociones hemos sobrellevado, tantas que han resquebrajado hasta la percepción de los que se creían todopoderosos. Semanas por delante en busca de tranquilidad y reposo, convertido el país en un balneario decimonónico que necesita de silencio y pausa, no ya por deseo sino por necesidad. Cansados y crispados a los que un poco de distancia y relajación de los tiempos nos vendrán bien no solo a nosotros ciudadanos de pie, sino a nuestros líderes sociales. Empieza un nuevo tiempo, no solo por la remodelación del Gobierno, esperamos acciones y resultados de unos y otros, la atribución de responsabilidades a los otros actores no serán creíbles pero antes igual hay que parar un momento, deambular por la nada hasta alcanzar un poco de paz y volver a los debates, las tendencias o las estrategias pero que definitivamente sean otras porque este ciclo se agotó.