En la década de los setenta, en España, la de los ochenta porque antes el partido único nos mantenía en el triplete de la excepción europea, junto con Grecia y Portugal, un nuevo modelo de partido 'catch-all' o 'atrápalotodo' respondía al partido de masas y a la evolución económica-social del momento. A medida que los partidos de masas lograron alcanzar sus objetivos políticos del sufragio universal, se iba desarrollando el estado del bienestar y consolidando el cambio posindustrial se iniciaba el cambio por priorizar los votos a costa de la ideología. El eje ideológico que definía a los partidos se va difuminando, haciéndose intencionadamente ambiguo para conseguir captar al mayor número de electores y constatando la realidad de los límites de la acción de gobierno. Iniciamos la búsqueda de un centrismo pensando en atraer a un electorado lo más amplio posible, de eso sabemos bien en este país en el que la década de los noventa fue una romería al centro desde el PP de Aznar o desde la socialdemocracia reconvertida en tercera vía en los últimos años del Gobierno de Felipe González.

Donde esté la mayoría, allí estarán sus propuestas políticas, con su difusión televisiva, radiofónica o en prensa. Los catch-all son puras máquinas electorales. Antes de la crisis del sistema de partidos políticos, estos habían evolucionado a un modelo cartel donde pesaba más lo institucional que lo organizativo, a partir de aquí se quebraron con el «no nos representan» del 15-M. Y reaparece el concepto de transversalidad que defiende lo caduco de la diferenciación izquierda/derecha como hizo UPD con el estandarte de la regeneración democrática o Podemos con el clivaje arriba y abajo. Los de abajo somos «la gente normal» y lo que quieren para nosotros es que tengamos vivienda, trabajo y las necesidades básicas cubiertas. Pero cualquiera de esas tres variables tiene una ejecución distinta si lo haces desde una óptica de izquierdas o de derechas ¿hablamos de fondos buitres o de viviendas sociales? ¿Contratos de trabajo diseñados por la patronal o por los asalariados? ¿Quién marca las necesidades básicas? ¿Hasta cuanto de básicas podemos rebajar?

Ayer Yolanda Díaz, en una entrevista, siguió concretando su proyecto electoral en la defensa de que las políticas que desplegará son muy transversales. No entiendo la transversalidad, la izquierda defiende la redistribución y la derecha la capitalización, y desde dos modelos económicos tan distintos, renunciar a uno de ellos es como eliminar el conflicto. Los beneficiados en uno de los dos sistemas no renunciarán con docilidad a sus privilegios.