"Este concierto debería servir como ejemplo de unidad frente a una catástrofe humanitaria que solo podemos combatir a través del entendimiento". Esta frase pronunciada por el director de orquesta Daniel Barenboim en el concierto de Año Nuevo en la Sala Dorada del Musikverein de Viena nos sonó a muchos igual de bien que la música interpretada por la Filarmónica austríaca, por tercera vez bajo su batuta. Lo mismo que el gesto de apartar a los músicos sin vacunar para no poner en riesgo el acontecimiento que siguen millones de personas cada 1 de enero.

Esta cita ha sido de las pocas que ha resistido el embate de la pandemia. En 2021 se celebró a puerta cerrada. Este 2022, con aforo reducido y el público asistente vacunado, con PCR negativa y mascarilla FFP2.

El mundo de la cultura también lo ha pasado muy mal con el coronavirus. Las últimas restricciones y el contagio masivo siguen dificultando su recuperación como sector, especialmente los espectáculos en directo. Bien por la falta de espectadores, bien por infecciones propias en el equipo, conciertos y obras de teatro viven, o mejor dicho sobreviven, al límite. Otra vez.

Suerte que frente a la desazón aparece la esperanza. Las ganas empujan y los calendarios amplían plazos. Festivales de música como el Vive Latino, el Polifonik Sound Festival o el Monegros Desert, por ejemplo, emergen del yermo calendario de grandes eventos. Cada vez son más los organizadores que, animados por el optimismo humano y la necesidad económica, se lanzan a programar. Y muchos que lo agradecemos. Con la que está cayendo, resulta ilusionante hacer planes. No sabemos si se acabarán haciendo realidad pero, de momento, solo el hecho de pensarlos nos entretiene.

Se teje de alguna forma una red colectiva intangible para salir del bucle. Ese que nos mantiene enredados desde hace casi dos años. 22 meses de nudos, tensión y, en el peor de los casos, roturas. Por eso es bueno agarrarse a aquello que nos proporcione un poco de luz entre tanta oscuridad. Vacaciones, celebraciones familiares, eventos sociales... ahora no tocan, o por lo menos no con la libertad que desearíamos, pero llegarán. Y las disfrutaremos como nunca. Otra vez. Porque igual que han vuelto los contagios regresará todo lo precovid. Señalan los expertos que este puede ser el último coletazo de la pandemia. Una infección rápida y masiva. Eso unido a la vacunación mayoritaria de la población debilitarán al virus que, progresivamente, perderá protagonismo en nuestro día a día. Ese nuevo día a día en el que al hablar de olas ya solo pensemos en el mar habiendo entendido, finalmente, que todo llega, todo pasa y todo cambia.