El portavoz del Gobierno de Madrid se pregunta «dónde están los 3 millones de pobres» que Cáritas calcula que viven en la región. El consejero de Salud de Andalucía cree más «adecuado» hablar de violencia intrafamiliar que de género porque es «más demostrativa de la realidad de la sociedad». El aclamado nuevo líder del PP acusa al Gobierno central de «forrarse» con la subida de los precios de la energía. Y todos los populares juntos, o la mayoría, niegan corrupción o comportamiento irregular en la adjudicación de contratos públicos en la que media el hermano de Isabel Díaz Ayuso en plena pandemia. No hay más ciego que el que no quiere ver.

Al primero, el popular Enrique Ossorio, debería preocuparle cómo atender a esas personas que se encuentran en riesgo de exclusión social y que probablemente en unas semanas sean más por el encarecimiento de la vida en general.

Al segundo, el popular Jesús Aguirre, ya le ha corregido su compañera y responsable de la cartera de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación. «No se ha explicado bien», aclaraba. Más bien ha ocurrido justo lo contrario y se ha pasado por el forro el esfuerzo de administraciones y políticas mundiales para luchar contra una forma de opresión ejercida contra la mujer por el mero hecho de serlo.

A Núñez Feijóo, recién estrenado en el liderazgo nacional pero bregado en el regional después de cuatro mayorías absolutas de los populares en Galicia, se le olvida que el 58% del impuesto de hidrocarburos acaba en su bolsillo como presidente de comunidad autónoma que es. Porque ahí, a la administración autonómica, va a parar más de la mitad del dinero recaudado en cada depósito. Por no mencionar que gracias a esos impuestos el Estado, es decir todos, mantenemos el actual sistema de bienestar.

Por no mencionar que gracias a esos impuestos el Estado, es decir todos, mantenemos el actual sistema de bienestar

Lejos queda ya la polémica por los contratos públicos de los que supuestamente obtuvo pingües beneficios el hermano de la presidenta de Madrid. Quién se acuerda del fondo cuando las formas se erigen como el árbol que impide ver el bosque. Y todo esto a la vez que Mañueco pacta con Vox un gobierno de coalición para Castilla y León y el PP europeo lamenta que los populares permitan a la ultraderecha ocupar sillones en un Consejo de Gobierno por el peligro de las políticas que defiende.

Hace un año el perfecto olvidado Pablo Casado anunciaba la venta de la sede del PP en Madrid. Querían deshacerse de sus antecesores y alejarse de la corrupción que había financiado parte del edificio. Como ellos, parece que esto también pasará a la historia. Habría sido buen lugar para una óptica. De las que venden gafas de cerca. Porque algunos solo compran las de ver de lejos.