El Periódico de Aragón

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Carolina González

El torico, un símbolo

Y ahora el Torico. Ni él, que ha resistido hasta una guerra, ha podido librarse de esta especie de maldición que parece que persigue a la humanidad últimamente. Esta serie de desastres que se vienen sucediendo durante los dos últimos años que nos impiden salir de la perplejidad en la que vivimos. Otra vez ha sucedido lo que nadie creía posible. En esta ocasión, la plaza de Teruel sin su animal insigne y el emblema de la ciudad hecho añicos. Y todo por los trabajos para retirar las sogas que se ataron a la columna que lo sustenta con motivo de la celebración del Congreso Nacional del Toro de Cuerda. Operarios municipales las estaban soltando cuando el pilar se partió. Inimaginable el escalofrío que han debido sentir los turolenses al enterarse. Indescriptible la sensación de comprobar que las fotografías que recibían a primera hora de la mañana en sus móviles no eran ni un montaje ni una broma.

La escultura en bronce del Torico ha sufrido daños en cuernos y patas pero estará reparado para las fiestas de la Vaquilla, que se celebran en menos de un mes. También lucirán como si no hubiera pasado nada en la columna y la fuente, igualmente mutiladas en esta accidentada maniobra, según explica la empresa encargada del mantenimiento. Tendrán que investigar qué ha sucedido exactamente, pero el ayuntamiento ya apunta al mal estado del hierro que sujetaba la estructura y unía las diferentes partes. Deberán también analizar si ha tenido algo que ver la colocación de las 23 cuerdas que ha soportado este fin de semana, un hecho que ahora, después de la caída, algunos critican por inapropiado.

Afortunadamente no ha habido que lamentar daños personales. Si el descalabro se produce en plena colocación del pañuelo y con la plaza abarrotada la desgracia habría sido mayúscula. Como sucede con muchas situaciones desafortunadas, aún hay que estar agradecido porque el incidente se haya dado en esas circunstancias.

Los desperfectos materiales se evaluarán, se cuantificarán y se arreglarán. Pero el sobresalto y la rabia que han sentido muchos turolenses al ver su Torico estampado contra el suelo, no. Los símbolos son importantes y suelen despertar sentimientos, para bien y para mal. Hay que cuidarlos. Atacarlos en cualquier guerra es ley porque destruyendo un solo elemento amenazas a toda la colectividad que se siente representada por él. Edificios emblemáticos, estatuas de líderes, banderas. No es el caso, pero cuando ocurren cosas así uno se da cuenta de que los símbolos tienen más importancia de lo que parece. Y que a menudo los de fuera del grupo no lo entienden del todo.

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