El Periódico de Aragón

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Carolina González

Nacen menos, ¿qué hacemos?

Nacen menos niños. El Instituto Nacional de Estadística pone cifras a lo que vemos en la calle, en nuestro entorno, en el parque, a la salida del colegio... Concreta que en el primer semestre de este 2022 han nacido en España casi 160.000 bebés, casi mil menos que el año pasado. A Aragón llegaron 4.408 nuevas vidas, menos también que entre enero y junio de 2021. Más allá de los números, la tendencia es clara y rotunda. Tenemos menos criaturas. Por muchas causas. La casuística es amplia. Pero lo que viene, además, no anima a invertir la situación.

A la vez que ese titular, otros igual de halagüeños llenan las páginas de los periódicos: investigan los pinchazos en las fiestas patronales de varios municipios, este verano se han registrado ya 9 crímenes machistas, la crisis hídrica alcanza su récord en Europa, el Gobierno mantiene las medidas de ahorro para reducir el gas y no correr riesgos de suministro en otoño, la Seguridad Social prevé que se destruyan 187.000 empleos en agosto, la inflación sigue disparada, las hipotecas suben y no dejarán de hacerlo en un tiempo...

Si ya les resulta complicado a los que saben del tema conocer los verdaderos motivos del porqué de la caída de la natalidad, imagínense al resto. Aunque una idea aproximada tenemos todos. La mezcla de los sueldos bajos, las dificultades en la conciliación, los problemas para independizarse, el encarecimiento de la vida en general y la comodidad de una vida independiente y sin ataduras retrasan una decisión que, a menudo, acaba por producirse sin pensarla demasiado. También hay quien sí toma la determinación desde muy pronto y no se deja arrastrar por las presiones sociales y familiares que, en pleno siglo XXI, permanecen en ciertos círculos sociales. Todavía existen personas que después de un qué tal estás, cómo va la familia, continúan preguntando por qué no tienes hijos, por qué tan tarde o por qué solo uno. Las ganas de meterse en la vida ajena no solo no han mermado sino que se han disparado en esta sociedad donde parece que nada importa pero todo inquieta.

Semejante lista de obstáculos convierte en una yincana la vida adulta y familiar. Los gobiernos progresistas han rebajado el nivel de dificultades y, por ejemplo, la ampliación de los permisos de paternidad ha sido fundamental para equilibrar el esfuerzo de los miembros de la pareja a la hora de tener un hijo. Ese es el camino, no un cheque bebé. Podríamos fijarnos en países del norte de Europa como Finlandia, Noruega o Suecia. La mujer sigue siendo quien debe pausar su vida, personal y profesional, para dar a luz. Todo lo que redunde en recuperar su normalidad previa, si ella lo desea, será un triunfo. Para su familia y para la sociedad.

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