El Periódico de Aragón

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Carolina González

El triángulo

Carolina González

Peaje positivo

Se cumple un año del levantamiento de las barreras de los peajes de la AP-2. Una decisión acertada, a juzgar por las opiniones que ahora mismo tienen prácticamente todos los sectores afectados. Los transportistas, encantados de pasar de una carretera nacional a una vía rápida con coste cero. Los turismos, igualmente felices de ir a la Costa Dorada en menos tiempo. Y los establecimientos hosteleros, que en principio iban a ser los grandes damnificados de esta operación salida de camiones de la N-II, se muestran bastante satisfechos porque los profesionales de la carretera siguen parando a comer o pernoctar allí. No les sale a cuenta ni los precios ni la atención de las áreas de servicio.

Los municipios afectados por esta liberalización de los peajes de la AP-2 también hablan relativamente bien de la desaparición de los puestos de cobro. Han ganado en seguridad vial y se han reducido los accidentes de tráfico. La densa circulación que antes colapsaba sus variantes se ha desplomado a menos de la mitad. Lo único que reclaman al Ministerio de Fomento es que no se olviden de que por ese asfalto continúan pasando coches con vecinos para desplazarse por la zona que requiere mantenimiento. Temen que se olvide y vuelva la peligrosidad a la carretera no por la cantidad de tráfico, sino por su abandono.

Sin embargo, hilando un poco más fino y dejando la satisfacción inicial a un lado, cada colectivo cuela algún tipo de reivindicación. Los ayuntamientos echan en falta algún tipo de compensación económica por parte del Ministerio de Fomento. Han dejado de recibir el IBI de la concesionaria de la autopista y eso, en algunos casos, supone perder un 25% del presupuesto municipal de los últimos años. Pero como comentan algunos ediles con la boca pequeña: habrá que arreglar menos calles, posponer alguna infraestructura y no organizar tantos actos en fiestas. Los transportistas, por su parte, piden más áreas de servicio para aparcar y descansar con seguridad. Y los conductores habituales que pagaban el peaje antes de liberalizarse se quejan de lo sobrecargada que va ahora la red viaria y las incomodidades que les genera.

Detalles aparte, y todos seguramente con su parte de razón, resulta evidente que el objetivo se ha cumplido. Se han salvado vidas. No todas, desde luego, solo hay que echar un vistazo a los accidentes de esta misma semana que han dejado dos camioneros muertos en la AP-2 a la altura de Fraga con apenas cuatro horas de diferencia. Pero es incuestionable que ha aumentado significativamente la seguridad al volante. Ahora habrá que esperar que el Gobierno descarte cobrar por el uso de las autovías. Esa idea se lanzó justo también hace un año y supondría un paso atrás.

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