La columna populista

Carmen Lumbierres

Carmen Lumbierres

No busquen rigor hoy en este espacio, será más como el muro de las lamentaciones sin ofrecer un diagnóstico técnico y mucho menos una solución acertada, pero con la firme convicción de que nos mean encima y tenemos que decir que llueve. Les parecerá grosero, pero es de Castelao, insigne gallego universal, me limito a reproducirlo porque no encuentro con mis palabras una expresión que defina mejor el sentimiento ante la subida de medio punto de los tipos de interés por el Banco Central Europeo y es solo un tramo más de lo que nos espera. Dice Lagarde que hay que enfriar la economía, controlar la inflación, da igual que sea a consecuencia de la oferta o de la demanda. Eso me parece incomprensible, pero igual es que desde la politología no entendemos los conceptos básicos del mercado.

La solución de brocha gorda del BCE es que cuando un bien o servicio está muy demandado, su precio sube. Y al elevar los tipos, la financiación para familias y empresas es más cara, así que se piensan más pedir un crédito para consumir o invertir, lo que reduce la demanda y, ¡eh voilà!, los precios. ¿Y los que ya lo han pedido? ¿Y los que inopinadamente quieren comenzar un proyecto de vida profesional o, arrastrados por la locura, una vida personal independiente? Con el euríbor en el 3,33% en enero, quienes tengan que revisar su préstamo van a enfrentarse a un incremento mensual medio de 300 euros, si le sumamos una inflación subyacente al 7,5%, sí de las más bajas de Europa, pero en cada casa nos quejamos de lo nuestro, me puede explicar la señora Lagarde cómo van a llegar a fin de mes millones de familias, autónomos o pequeñas empresas. Es una pregunta retórica, que contesto yo misma, con mucho sufrimiento, el mismo al que nos enfrentamos después de la crisis de 2008, y por el que los gobiernos nacionales sobre todo del sur de Europa, que más lo vivieron, no querían volver a pasar. Está demostrado que las políticas monetarias restrictivas golpean especialmente a las familias con menos ingresos. Es una forma de agravar el problema redistributivo, poniendo el peso del ajuste sobre estos hogares que acaban perdiendo otra vez y se sigue así aumentando la desigualdad. La argumentación de la subida apoyada en que los sueldos han crecido de forma más rápida estos meses, justo el día en que hemos conocido los beneficios de las principales entidades bancaria durante el último año y el bonus entregado a sus directivos te hace generar un cierto enfado. Quizás con una redistribución de a estos pocos que les ha ido tan bien, daría para paliar el sufrimiento del resto, pero será que no, porque los populistas de esto no sabemos.

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