EL TRIÁNGULO

Feliz día,aunque no a todos

Carolina González

Carolina González

Feliz día del trabajo. A los que lo tienen, a los que no, a los que lo disfrutan, a los que lo odian, a los que buscan otro que les llene más, a los que lo critican pero a la vez lo aman, a los que lo añoran una vez jubilados, a los que lo sueñan en plena etapa universitaria...

Suele decirse que el éxito profesional no es cuestión de suerte sino fruto del esfuerzo. No lo creo, al menos totalmente. Conozco a muchas personas que a pesar de ser grandísimos profesionales, la fortuna no les ha acompañado. El momento en el que ocurren las cosas puede ser más determinante que el talento de uno, y viceversa. Si no, ¿por qué hay tanto mediocre en cargos de responsabilidad? Prefiero pensar que ese es el motivo y no la conveniencia de los directivos de utilizarlos como trincheras cuya única función encomendada es asentir, echar balones fuera y calentar un sillón bien pagado. Piénsenlo, seguro que les salen bastantes nombres solo teniendo en cuenta su entorno más cercano.

Este primero de mayo llega en una coyuntura preelectoral, crispada e incierta. Con un mercado laboral que debe hacer frente a la precariedad y, al mismo tiempo, con numerosos nichos profesionales vacantes. A la vez que los oficios de siempre se pierden, los del futuro ya son presente. Todos coinciden en la urgencia de mejorar la cualificación, que es la base de cualquier empleo independientemente del sector. Se necesitan buenos camareros, albañiles e ingenieros.

Dos de cada tres empresarios aragoneses creen que aumentarán sus ventas este año y se muestran optimistas con las perspectivas de la comunidad. Prevén más inversión a pesar de la inflación, la subida de los tipos de interés y del incremento del salario mínimo interprofesional, al que muchos señalaban como el apocalipsis de la actividad económica española. A ver cuándo nos damos cuenta de que el verdadero cataclismo está en el cielo, no en la tierra. La sequía y el cambio climático son las auténticas guadañas de la vida en general.

A esos agoreros que advierten el desastre tras la mejora de las condiciones laborales por pequeña que sea, no les deseo un buen día. Porque por ellos no habríamos prosperado nada como país. Los que rechazan incrementar los sueldos creen que defienden a las empresas, pero es justo lo contrario; estas valen lo que valen sus plantillas. A un buen jefe nunca le escucharás que la mejor estrategia de crecimiento pasa por estrujar a sus empleados. Unos y otros no son adversarios, sino vasos comunicantes. Quien no lo haya entendido a estas alturas solo puede formar parte de ese grupo de mandos intermedios mediocres.

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