Dudas, hipótesis y alguna certeza

Carolina González

Carolina González

Estas elecciones puede pasar de todo en Aragón. Cada encuesta enmienda a la anterior e inclina la balanza hacia un lado u otro. Nada de mayorías absolutas como en Madrid, pero sí de gobiernos de coalición. A la derecha, liderados por Azcón, con la duda de si el socio puede ser Teruel/Aragón Existe o Vox porque los dos al mismo tiempo los turolenses han dicho que ni hablar. A la izquierda, Lambán con prácticamente todos los demás y la incógnita de la decisión que puedan tomar Tomás Guitarte y los suyos si acaban siendo tan decisivos como todo el mundo advierte. Y cuidado con subestimar al PAR que, a pesar del desguace sufrido, siempre sorprende; nunca hay que darlo por muerto antes de tiempo conociendo el arraigo territorial que tiene y habiendo visto cómo los peores resultados de su historia (poco más de 33.400 votos) le dieron la vicepresidencia y un senador.

Ante este escenario de hipótesis y combinaciones posibles, las Cortes de Aragón pueden batir otro récord la XI legislatura: ser las más fragmentadas de la historia. Nueve partidos sentados en sus 67 escaños, no ocho como hasta ahora, y alguno con un solo diputado. Previa depuración del 3% de votos, barrera que para algunos no será fácil de superar como Ciudadanos, es probable volver a ver la pluralidad sentada en el hemiciclo. Si eso llegara a producirse, desde luego que esa afamada capacidad de los aragoneses de pactar y llegar a consensos se pondrá a prueba más que nunca.

También es factible un gobierno de coalición en el que hayan más formaciones políticas dentro del Ejecutivo que en la oposición. Hasta cinco, nada más y nada menos. Sería el pentapartito, aunque ya le hemos perdido el miedo a los consejos de gobierno al puro estilo torre de babel. El actual ejecutivo formado por PSOE, Podemos, PAR y CHA, al que muchos predijeron una vida corta, ha sobrevivido con éxito. Nada como tener este talante propio del terruño que lleva a pactar con los socios de gobierno incluso las discrepancias.

Pocos son los que ponen nombre y apellido a la victoria. Muchos los que hacen una quiniela con múltiples variantes. Solo existe una certeza. El mantra que prácticamente todos repetirán de que han ganado las elecciones será falso. Quien no se siente en el Pignatelli será el gran perdedor. Quien no consiga representación en el Parlamento autonómico o gobierne el ayuntamiento de las tres capitales habrá fracasado. Entonces llegará otra batalla, esta más reposada, cocinada a fuego lento. La que empieza en el seno de cada partido cuyo candidato no ha obtenido el resultado esperado: la destitución. O lo que algunos llamarán el relevo natural para recuperar la ilusión.

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