EL TRIÁNGULO

A todo o nada

Carmen Lumbierres

Carmen Lumbierres

Pedro Sánchez el domingo, después de ver los resultados de su partido y del de su coaligado, de escuchar los discursos de los líderes territoriales que habían perdido achacando la derrota a la clave nacional, decidió de nuevo la acción. El todavía presidente sabe que la política es continuo movimiento, incluso a la vida lo extendería, y o te mueves o te mueven. Así que nos quitamos seis meses de inmovilismo, de estar a la defensiva frente a la agenda marcada por la oposición y ni siquiera espera que echen a andar los nuevos gobiernos PP con apoyo de Vox, porque eso no iba a pasar hasta que llegaran las generales.

Pues ya están aquí, en poco más de quince días tienen que cerrarse las listas con los candidatos por cada circunscripción, las del PSOE sin que haya tiempo de una revuelta interna, las del PP en plena luna de miel y sin Ciudadanos, en Vox las que diga Santiago Abascal, y Podemos con Sumar habiendo visto súbitamente la luz ayer lunes, después de semanas de desencuentros.

En poco más de un mes comienza otra campaña electoral con sus carteles, sus encuestas, sus memes y sus debates que analizaremos un poco más cansados, y eso quizás nos dé una perspectiva para separar el grano de la paja. Cuatro líderes que se van a echar a la espalda su partido o su coalición, y que funcionarán como un remedo del bipartidismo. Dos contra dos, porque también rápidamente hemos entendido este lunes la importancia de la concentración del voto y la utilidad. Parte del país lo entendió el domingo, y a la otra parte, Pedro Sánchez les ha avisado con esta convocatoria adelantada de elecciones. Nos lo jugamos a todo o nada, que curiosamente fue el eslogan de campaña de Eduardo Madina en las primarias contra Sánchez en 2014, y que ahora calca el presidente.

Le ha añadido la épica a este fin de legislatura porque la rendición de los logros no le ha otorgado buen resultado en las autonómicas, con una inflación que se empeña en empequeñecer la subida de las pensiones, el sueldo de los empleados públicos y el aumento en la contratación. Sin tiempo para la desmovilización orgánica, con la llamada al miedo de un gobierno de ultraderecha que sigue como tercera fuerza política y las barreras bajadas de Podemos, que entrará sí o sí en el plan de Yolanda Díaz, Sánchez se lo juega todo. Pero no lo presenta como un plebiscito sobre su persona, sino como un ellos contra nosotros. Feijóo decía que sabía que esta oportunidad en las generales era la primera y única bala que iba a gastar; en el caso de Sánchez será la última y única que le quede. Si a todo o nada la izquierda no se moviliza no hay mucho más que hacer.

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