El verano nos deja generalmente buenas sensaciones: descanso, tiempo de calidad en familia, viajes, un brillante color de piel… Pero este nos ha traído también un balance de accidentes laborales realmente malo: 23 muertos en Aragón. Casi los mismos que en todo 2022.
Estas terribles cifras han provocado que salten todas las alarmas. Zaragoza, Cadrete, Quinto… una obra, un almacén… La mayoría de los accidentes se han registrado en la construcción y muchos, según las inspecciones posteriores, se podrían haber evitado con las medidas de prevención adecuadas.
Parece mentira que en estos tiempos modernos de inteligencia artificial, metaversos y viajes turísticos a la Luna, decenas de trabajadores fallezcan en el tajo como ocurría en el siglo XIX. La seguridad en el trabajo está en entredicho. Los sindicatos señalan a un fallo en la prevención y hacen un llamamiento a la responsabilidad individual. Desde hace años, la normativa laboral vigila y sanciona duramente cualquier tipo de incumplimiento, pero en ocasiones la relajación y la confianza se convierten en los peores amigos del empleado. Cuando uno se mueve sobre tejados o bajo pesadas cargas, cualquier fallo puede ser mortal. Y así ha ocurrido, desgraciadamente.
Algunas de las causas de los fallecimientos producidos en el puesto de trabajo también han sido de origen natural, principalmente infartos e ictus. Los sindicatos no quieren pasar por alto estos factores, ya que muchas veces están estrechamente relacionados con el estrés y otro tipo de riesgos psicosociales. El aumento de empleos menos físicos y más intelectuales ha abierto una nueva brecha. La vinculación directa de este tipo de patologías con un origen laboral es más complicada. Lo mismo ocurre con la desconfianza empresarial y social que a algunos les provocan las bajas por enfermedades poco visibles como la ansiedad o la depresión. La prevención, hoy día, también pasa por controlar y denunciar el acoso en la plantilla, conseguir un entorno laboral adecuado y propiciar un ambiente agradable. No resulta sencillo. Ahí radica la dificultad.
En España la siniestralidad laboral resulta igualmente preocupante. Han fallecido en accidente laboral 769 personas. La Administración y los sindicatos deben velar por el cumplimiento de las leyes, los trabajadores están obligados a tomar las medidas oportunas y las empresas a poner a disposición de sus empleados todas las herramientas necesarias para evitar tragedias. La formación es imprescindible; la dejadez, imperdonable; la laxitud, intolerable. Este asunto es de los pocos que nos atañe a todos sin excepción.