La Agencia Tributaria ha pedido a la magistrada del Juzgado Mercantil número 2 de Zaragoza que revoque la venta de las oficinas del Real Zaragoza a la inmobiliaria Cerro Murillo, del grupo Ibercaja. Hacienda ha formulado esta petición dentro del proceso concursal de Zaragoza Real Estate, la inmobiliaria creada por la compañía deportiva de Agapito Iglesias para impulsar una promoción de pisos de alto estánding que iba a llenar a rebosar las arcas de la entidad blanquilla y que, unos años después, presentó su propia declaración de insolvencia.

La venta de las oficinas del Real Zaragoza, un edificio de la plaza Eduardo Ibarra, es una rocambolesca operación inmobiliaria que comienza, poco después de que Agapito Iglesias se hiciera con el control de la entidad blanquilla, con el traspaso del inmueble de la compañía deportiva a su filial. Fue un negocio sin movimiento efectivo de dinero que, en cambio, sí generó el pago de impuestos.

Pemaneció en manos de la inmobiliaria hasta mediados de abril del año pasado, cuando fue adquirida por Cerro Murillo en una operación --simultánea a otras en las que intervinieron otras entidades-- que todos los medios interpretaron como un intento in extremis, auspiciado por la DGA de aquellas fechas, para dotar de liquidez al entramado empresarial de la compañía deportiva, que se hallaba, por enésima vez en los últimos años, al borde de la bancarrota y con un pie en Segunda.

Unas semanas después de cerrar esa transacción, Zaragoza Real Estate presentó una demanda de concurso voluntario de acreedores que la magistrada declaró el pasado 19 de julio.

Hacienda considera que las oficinas eran el principal activo del grupo empresarial creado por el soriano en torno al Real Zaragoza y, especialmente, de Zaragoza Real Estate.

Así, plantea que la venta del edificio podría haber privado a los acreedores de la sociedad de un bien fundamental para saldar sus deudas en caso de liquidación. También habría podido permitirle acceder a hipotéticos créditos utilizándolo como garantía, lo que facilitaría una salida al concurso por la vía del convenio.

La rocambolesca historia registral reciente del edificio de las oficinas --cuya investigación ya propuso hace unas semanas la APARZ, la Asociación de Pequeños Accionistas del Real Zaragoza-- hizo que la compañía deportiva fuera al principio arrendataria del inmueble a su nuevo propietario, Zaragoza Real Estate. Cuando, años después, esta última se lo vendió a Cerro Murillo, la inmobiliaria del Zaragoza pasó a ser arrendataria de la de Ibercaja y la compañía deportiva, subarrendataria de su propia filial.