Un 20 de octubre de 1991 Javier Puado Carrascosa debutaba como jugador profesional con Osasuna en La Romareda. Poco más de 28 años más tarde, el pasado sábado, veía a su hijo, Javi Puado Díaz, en el mismo escenario estrenarse ante su nueva afición frente al Girona y con la camiseta del Zaragoza tras su primer partido como blanquillo en Vallecas una semana antes. «Es bonito debutar y jugar contra el Zaragoza en Primera, pero cuando lo ves desde la grada y está tu hijo en el campo es otra cosa, es muy emocionante. No se puede comparar», asegura el padre del jugador zaragocista. Vio el partido junto a Montse, su mujer, al lado del palco del estadio y con varios amigos de Javi, que también presenciaron en directo un encuentro donde se estrenó como goleador con un taconazo para culminar una gran jugada de todo el equipo.

Puado padre nació en Alcalá de Henares y allí empezó a dar sus primeros pasos en el fútbol para entrar en juveniles en la cantera de Osasuna, donde una plaga de bajas en el primer equipo le llevó a debutar en el conjunto navarro en La Romareda con 21 años. «Yo estaba en el B y tiraron de cantera en ese partido y en alguno más. Ya me quedé entrenando con el primer equipo seis meses. Estaban Urban, Ibáñez, Spasic, los Larrainzar, Martín Domínguez, Martín González... Y nos entrenaba el mito de Pedro Mari Zabalza», recuerda.

El partido lo ganó el Zaragoza (2-0) con goles de Higuera y Mateut y en el banquillo estaba Víctor Fernández, el mismo entrenador que dirige ahora a su hijo. «Aquel Zaragoza era ya buenísimo y aún fue mejor después. ¡Pues no tenía un equipazo ni nada! Con los Cedrún, Pardeza, Higuera...», rememora. Ya solo disputaría un partido más con Osasuna, en El Sadar ante el Tenerife, y después pasó por el Salamanca, con Juanma Lillo, el Sant Andreu, el Vilassar o el Vilanova antes de colgar las botas.

Para su recuerdo queda aquel partido en La Romareda, aunque «se ve diferente desde arriba y a mí me impresionó mucho más este sábado que cuando vine a jugar. También ahora soy mucho más consciente de lo que significa jugar en un campo así. Y ves el fútbol desde otra perspectiva», reflexiona, antes de admitir que los nervios estaban tanto en él como en Montse para ver el estreno del único hijo de la pareja ante su nueva afición: «Lo que queríamos era que el chaval lo hiciese bien, que luchase y se dejase todo en el campo. Y creo que más o menos lo logró».

Se diría que lo hizo mucho más que bien, con un partido completo, donde marcó un gol, pudo hacer otro, provocó un penalti y exhibió un fútbol vertical además del despliegue y el sacrificio defensivo que ya había mostrado en Vallecas. Pero para la retina queda ese tanto soberbio a pase de Soro y con el tacón derecho. «Joder el gol... Me extrañó y todo. Mete goles buenos, pero este es muy difícil. Es un remate lleno de inteligencia. Es un jugador a veces imprevisible que me deja impresionado y eso que llevo toda la vida viéndolo».

Con todo, el pasado futbolista del progenitor hace que sea el más exigente con su hijo. «Tiene mucha calidad en esas cosas y en otras me gustaría que lo hiciese mejor», asegura. ¿En qué le queda por mejorar? «Debe pulir las formas, muchas veces va atropellado y tiene que calmarse. En el partido, a Víctor le vi varias veces que le decía que tuviera cabeza. Ha sido titular dos semanas seguidas después de tres meses sin jugar en el Espanyol y al final lo acusó. No está físicamente aún para aguantar esas palizas de no parar los 90 minutos, tiene que ser más tranquilo en el campo, tener más cabeza».

Los dos delanteros

Ambos además comparten posición, porque Puado padre también jugaba de delantero. Ninguno lo hacía como referencia, como ariete puro, sino ambos más como segundo punta: «Él físicamente es mejor, yo quizá era más técnico y también tenía más mala leche en el campo. Era más ratonero, no era tan rápido ni tan intenso».

En todo caso, Puado hijo ya ha jugado en 23 partidos con el Espanyol, 20 en la pasada temporada y tres en la actual, aunque no acumulase muchos minutos, y otros dos en el Zaragoza. Ha anotado dos goles como profesional, porque en Copa con el conjunto catalán también vio puerta. Y el padre solo jugó dos veces como profesional y sin marcar. «Ya me ha superado. Lleva más partidos profesionales y yo me quedé en la sub-18 y él ya ha llegado a la sub-21. Ya ha hecho más que yo».

Su padre no le pone techo, porque «el fútbol cambia mucho. Lo que tiene que hacer es triunfar ahora en el Zaragoza, no pensar después en el Espanyol. Ya Dios dirá. Debe ayudar a que el Zaragoza ascienda a Primera, que es lo que deseamos todos», explica, antes de confirmar la sensación que se ve desde fuera, que Javi ha caído de pie aquí. «Con Luis Suárez sí ha conectado muy bien, pero me habla también fenomenal de Guti. Bueno, de todos. La verdad es que está muy contento con el grupo que ha visto y además es un chico que nunca tiene problemas con nadie».

Tras la visita de sus padres el fin de semana, algo que va a ser habitual hasta junio, mientras dure la cesión del Espanyol, Puado ha estado el domingo y el lunes en Barcelona intentando acelerar la tramitación de su traslado de expediente para poder cursar en Zaragoza segundo de Administración y Dirección de Empresas. «Que estudie es vital y aprueba todo sin problemas, aunque no coge cursos completos sino asignaturas sueltas», indica su padre. El futbolista, además, aprovechó la visita de sus progenitores el fin de semana para enseñarles el piso que ya tiene en Zaragoza, en El Tubo.

La carrera de Puado hijo empezó en la cantera del Barcelona en alevines y tuvo que salir cedido en infantiles al Cornellá, donde estuvo dos años. Al Espanyol llegó en juveniles y fue decisivo en el filial para retornar a Segunda B en la 17-18 para después formar parte del primer equipo con Rubi en el curso pasado. «Se pudo ir al Madrid hace unos años y no le dejó el chino (Chen Yansheng, propietario del Espanyol). Lo quería Víctor (entonces director de la cantera blanca) y vino desde Zaragoza a Barcelona para hablar con nosotros. Al final no se llegó a un acuerdo entre clubs».

El destino, el mismo que quiso que Puado padre e hijo tengan esa conexión en La Romareda, juntó después el de Víctor con el de Javi. «El Zaragoza es una gran oportunidad y en el Espanyol no lo estaba pasando bien. Cuando le dijeron que el Zaragoza le quería, pues encantado. Y nosotros. Ojalá triunfe ahí, sería magnífico», concluye su padre.