Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor, aunque siempre se mira el futuro con optimismo, con ese halo de ilusión que caracteriza a un seguidor de un equipo de fútbol. En las buenas y en las malas, ahí está. El Real Zaragoza ha vivido épocas buenas, buenísimas. Hasta se acostumbró (palabras mayores) a ganar títulos con cierta periodicidad, algo que ahora, tras siete años en Segunda, suena a mandarín, aunque fuera hace relativamente poco tiempo.

Martín Vellisca tiene el honor de haber conseguido dos Copas del Rey con el Real Zaragoza, en La Cartuja contra el Celta de Vigo, y frente al Real Madrid en Montjuic. También fue el dueño de la banda del histórico 1-5 de aquella fría jornada del 4 de diciembre de 1999 en el Santiago Bernabéu, y otras tardes y noches históricas. Defendió la camiseta blanquilla por Europa, vivió un descenso y contribuyó en gran medida a regresar a aquel lugar que ahora tanto se anhela. Ecos de un pasado glorioso que algún día retornará.

Ahora, el madrileño no le pierde ojo al Real Zaragoza, un equipo que le marcó, al que sigue, al que le desea el ascenso con todo su corazón, pero lo hace a miles de kilómetros de distancia, desde el otro lado del charco, en la América profunda, ya que desde hace tres años vive en Omaha, la ciudad más representativa del estado de Nebraska, en Estados Unidos. Un lugar desde el que, además, vive su particular experiencia con el coronavirus, mucho más liviana, por suerte, que lo que le transmiten, ve y se sufre desde España.

«Vinimos aquí porque mi mujer es profesora de la Escuela Oficial de Idiomas y tenemos una hija que antes de venir tenía 9 años, con una base de inglés, y queríamos darle el idioma. Había un convenio con Estados Unidos de profesor visitante y nos vinimos. Mi hija ya ha aprendido bien el inglés, lo habla fenomenal, mi mujer enseña a los niños en un colegio católico y yo pues aprendiendo, pero me cuesta muchísimo, aunque en estos tres años he mejorado», relata Vellisca.

«El Zaragoza va a ascender»

Desde Omaha y desde La Rioja, donde residía antes de emprender la aventura americana y donde regresará (si puede) el mes que viene, «siempre sigo al Zaragoza». Y por ello, está seguro de que «iba a ser el año del ascenso». Bueno, mejor dicho, «va a ser el año en el que va a ascender, lo tengo muy claro». «Se lo merecen, han hecho un trabajo excelente, han ido pasito a pasito y nunca se han descolgado de los primeros puestos hasta llegar al último arreón», asegura. De hecho, «podía coger al Cádiz sin ningún problema».

Aunque la incertidumbre sigue reinando, en caso de no poder volver a jugar esta temporada «se tendrán que tomar decisiones por LaLiga y la Federación y el Zaragoza debe ascender porque no tiene culpa de lo que está pasando y posee un colchón de puntos». En definitiva, por si no ha quedado claro todavía, «Zaragoza es siempre muy especial y cuando vuelva pasaremos por La Romareda y me dejaré ver. ¡Y ahora mismo firmaba que sea en Primera División!».

De todos modos, su regreso está todavía algo en el aire. En teoría vuelve junto a su familia en junio, «pero si estamos aquí como hasta ahora aguantaremos un poco más a que la situación mejore en España, que además me da mucha pena por la salud y porque veo que va a pasar una gran factura también económicamente y mucha gente lo va a pasar mal».

Estados Unidos, con respecto al coronavirus, tiene muchos contrastes, porque por un lado es el país con más casos, pero muchos están concentrados. En Nebraska la situación dista mucho de zonas y ciudades como Nueva York, Chicago o California, afortunadamente para Martín Vellisca: «Omaha tiene un millón de habitantes. El estado es un tercio de España y en total tiene dos millones de habitantes, por lo que es muy grande pero no está masificado».

En Nebraska, por tanto, no están siendo tan azotados por el virus, tanto que «aquí estamos en una burbuja», cuenta Vellisca. También beneficia el carácter americano, menos proclive a las relaciones sociales, algo que anhela bastante de España: «Echo de menos salir a la calle y comunicarme con la gente, lo que hacemos en España, que estamos todo el día conversando, relacionándonos… Aquí es todo lo contrario. Sales a pasear y no hay nadie. La gente que se asoma a las ventanas piensa: ¿Qué hace este loco andando por aquí?».

Antes del confinamiento aprovechó su estancia en Estados Unidos para recorrerse el país y empaparse de la cultura y de sus lugares y ahora, en plena crisis, está más tranquilo en Omaha, pero con una vida más o menos normal, al contrario que en España. «Podemos salir a la calle, ir a comprar con la familia sin ningún problema, salir a correr… aunque han cerrado escuelas o bares. No es un estado de alarma que impide caminar o coger el coche para ir al estado de al lado (Iowa)», concluye.