El capitán ya se lo temía

Alberto Zapater admite que «desde el minuto uno el año pintaba a ser largo y duro»

El capitán ya se lo temía

El capitán ya se lo temía

J. OTO

No es que la situación actual, con el Zaragoza hundido en los puestos de descenso a Segunda B, no haya sorprendido al capitán del Real Zaragoza, pero Alberto Zapater se temía que las cosas iban a ser difíciles esta temporada. Así lo admitió este lunes el ejeano, que tiene claro que «desde el minuto uno el año pintaba a ser largo y duro». Quizá por la pandemia, o por la amarga resaca del ascenso frustrado por la nefasta trayectoria del equipo tras el parón. O por todo junto. No especificó el canterano, que admite que «la situación es complicada» y aboga por cimentar la huida de las posiciones de condena en la «autocrítica». «Todos tenemos que mejorar muchísimo y dar mucho más. A partir de una victoria lo veremos todo de otra manera», opina.

Existe preocupación en el vestuario. Lógico. La clasificación hace daño a los ojos y el optimismo brilla por su ausencia en un zaragocismo escocido al que ni siquiera anima la mejoría revelada por el equipo tras la llegada de Iván Martínez al banquillo. «Hay que ser realistas. Necesitamos un triunfo para cambiarlo todo», reitera Zapater, que tiene claro que el Zaragoza «va a crecer y a mejorar» merced al trabajo acumulado a lo largo de esta semana y después de haber afrontado el duelo ante el Oviedo con apenas un par de entrenamientos con Iván Martínez, tiempo insuficiente para la asimilación completa de las nuevas directrices. «Cambiamos de sistema pero el problema es que en el fútbol no hay tiempo y no se espera a nadie. Con el nuevo cuerpo técnico pudimos trabajar el rombo y el 4-1-4-1 o el 4-3-3 pero estaba claro que desajustes iba a haber, aunque creo que algo se pudo ver de eso ante el Oviedo».

Pero el relevo en el banquillo obliga al plantel, según el capitán, a entonar el mea culpa. «Para cualquier jugador no puede ser bueno que se destituya a un entrenador, sino que debe crear un sentimiento de culpa y de que las cosas no se han hecho bien. Uno debe sentir esa carga», subraya el centrocampista, que reconoce que «cualquier golpe nos penaliza más de la cuenta» debido al precario estado anímico provocado por los nefastos resultados. El más claro ejemplo es el efecto que el tanto del empate del Oviedo tuvo sobre el equipo justo antes del descanso. El Zaragoza no solo no levantó cabeza sino que encajó el segundo a los cuatro minutos de la reanudación. «El 1-1 justo antes del descanso fue un golpe muy duro. Si nos hubiéramos ido a los vestuarios con el 1-0 a favor hubiera sido diferente, porque en la primera parte se vieron cosas buenas», expone el capitán zaragocista. «Pero tenemos que pensar en positivo, ganar un partido y creer que las cosas van a salir bien. Debemos remar y estar todos unidos para salir adelante», destaca.

La proclama incluye a todos: titulares y suplentes. Fijos y no tanto. Jóvenes y veteranos. «Esto tiene que ser una cosa de todos. A veces el que no juega es más importante si siempre está sumando porque, si lo hace, está más preparado para aportar cuando le toque jugar. Más que nunca debemos estar unidos. Los más veteranos no tenemos problema en asumir lo que nos toque porque tenemos más palos en el fútbol y los jóvenes son folios en blanco que han de ir rellenándose y no están acostumbrados a estas situaciones, pero esto es fútbol y vendrán días mejores», asegura el ejeano.

En el recuerdo, inevitablemente, permanece aquel amargo descenso de la temporada 2007-2008, cuando el Zaragoza de Ayala, Oliveira, Aimar, D’Alessandro y compañía caía a Segunda. El fracaso de una de las mejores plantillas y la más cara en la historia del club fue el principio del fin. Ahora, el Zaragoza pelea por no dar con sus huesos en Segunda B. «El fútbol no tiene una explicación lógica para muchas cosas y esta es una de ellas, pero veo a la gente con la ilusión de ganar un partido para que todo se vea de otro modo. Hay que mejorar muchísimo y trabajar a fondo para ello», incide el mediocentro aragonés.

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