Catorce meses, 433 días después, el corazón del zaragocismo volvió a escucharse en la vieja Romareda, que echaba de menos a su gente, que nunca antes, desde su inauguración en el lejano septiembre de 1957, había estado tanto tiempo alejada de los suyos. Solo eran 500, todos ubicados en la Tribuna de Preferencia, en el anillo inferior de un estadio para 33.600 espectadores, pero el corazón, ese latido, se volvió a escuchar, dejando claro que el zaragocismo en particular y el fútbol español en general tienen ganas de volver a sus templos y que no entienden por qué aún no se autoriza ese retorno en recintos al aire libre y para un porcentaje del aforo.

Pequeñas colas en los tornos de entrada en la puerta 2 de La Romareda. ÁNGEL DE CASTRO

Ese era el sentir general de los 500 socios abonados que tardaron solo un día y medio en agotar las localidades (hay más de 23.000 este curso en el club) para el Deportivo Aragón-Barbastro de la fase de playoff de Tercera. «Habría venido a cualquier partido que hubiera sido el primero, es que lo echo de menos, es mi pasión. No se puede entender que no nos dejen al menos una parte del aforo», decía Antonio Bardají, con su entrada impresa en la mano y en los tornos de la puerta 2, la de las localidades impares, mientras que en la 5 iban las pares. «Y yo creo que este año va a ser complicado por lo que están diciendo. Es injusto, pero es lo que hay», añadía.

De momento, Sanidad sigue sin dar luz verde a que los clubs profesionales, los de Primera y Segunda, puedan albergar público y la esperanza de que lo autorice desde el 8 de mayo, lo que implicaría que el Zaragoza volvería a jugar con público, con 5.000 espectadores, en las tres últimas citas caseras, empezando este sábado ante el Espanyol, se ha diluido en los últimos días, después de que desde el Ministerio de Cultura y Deporte se asegurara que no se veía aún un regreso inminente a los estadios de fútbol profesional y a la ACB, aunque sí se reconoció que valoraría «semana a semana».

Un aficionado se pone gel en las manos antes de entrar en La Romareda. ÁNGEL DE CASTRO

El caso es que desde el 23 de febrero del 2020, cuando una Romareda casi abarrotada empujaba al ascenso a un equipo que tanto le echó de menos después para tirar a la basura ese sueño, el zaragocismo no ha podido animar a los suyos. 25 partidos van ya echándose de menos equipo y grada. Por eso, había este domingo tantas ganas de volver al estadio, de sentir el olor a césped, el sol pegando de lleno en la tribuna, el ambiente prepartido, los aplausos, los silbidos... Tantas cosas que la pandemia ha quitado al aficionado al fútbol.

Con todas las medidas

Con las medidas de seguridad necesarias, con la entrada escalonada desde las cuatro de la tarde, los geles dispuestos por el club, la distancia de seguridad, las mascarillas... No es lo mismo que antes, claro, pero sobran las ganas. De hecho, lo vivido este domingo se veía en el Zaragoza como un pequeño ensayo general antes del retorno de la afición para ver al primer equipo, pero habrá que esperar.

«A ver si ahora puede ser con el Real Zaragoza, porque yo soy de los que vengo todos los partidos. Que nos dejen de una vez, porque es una incoherencia por parte del Gobierno», señalaba Pedro Lerín, con más de 40 años de socio a sus espaldas. «Me parece muy mal lo que está pasando, en Inglaterra se puede, en Segunda B también y aquí no. Al menos esto es un pequeño paso para que podamos venir a animar de nuevo al Zaragoza», ahondaba Sergio Artajona.

En Álvaro Búrdalo, con solo seis años, socio y zaragocista de cuna, la sonrisa de felicidad se le dibujaba debajo de la mascarilla, acompañado por su hermano y su madre, Mari Mar. «Me gusta venir a La Romareda y ya lo echaba de menos. Tengo muchas ganas de ver al Zaragoza», proclamaba entre la timidez de su infancia.

«No tiene lógica o a lo mejor es que quieren primar solo las televisiones y que el fútbol pierda su esencia, la grada y la gente, y solo sea el negocio», decía el socio Fernando Gil

«Solo por las ganas de sentarme de nuevo en La Romareda tenía que venir», decía Fernando Gil, orgulloso de su más de media vida como socio. «No tiene lógica o a lo mejor es que quieren primar solo las televisiones y que el fútbol pierda su esencia, la grada y la gente, y solo sea el negocio», proclamaba después con indignación, mientras que Emilio Blasco incidía en el trato discriminatorio «con los toros o el tenis, donde ves ya desde hace tiempo gente. Con lo que el equipo ha necesitado nuestro apoyo esta temporada...», se lamentaba. 

Aspecto de la Tribuna de Preferencia de La Romareda esta tarde de domingo. ÁNGEL DE CASTRO