Ni habiendo sumado 30 puntos de los 57 que ha habido en juego desde que Juan Ignacio Martínez tomó el mando, una cifra solo al alcance de los mejores equipos de la categoría y sobresaliente con una plantilla llena de limitaciones, ha sido suficiente para llegar a la recta final de la temporada en una posición más desahogada y sin los nervios a flor de piel. Ni con ese magnífico bagaje ha bastado para no seguir viendo la zona de descenso en el rebufo, a tres puntos antes de que comience una de las últimas cinco jornadas del campeonato.

JIM cambió radicalmente una tendencia perdedora terrible, enderezó el rumbo deportivo y emocional, fue capaz de sostenerlo en el tiempo, sacó al Real Zaragoza de donde lo encontró, hundido en la penúltima plaza, y lo tiene decimoquinto con siete equipos por debajo. Sin embargo, de momento toda esa colección de méritos no ha alcanzado para sellar, matemática o virtualmente, la permanencia, una tarea que todavía está pendiente y a cinco, seis o siete puntos de distancia.

La antología de los errores cometidos por el club entre septiembre y diciembre en la confección de la plantilla y en la elección de los técnicos, luego rematados en un mal mercado de enero, fue tal que la profundidad de la fosa a la que cayó el equipo aún no ha permitido escapar de ella. Estamos ya en mayo, el final de la Liga se otea en la cercanía, Espanyol, Las Palmas, Castellón, Mallorca y Leganés mediante, y a Juan Ignacio Martínez, al que le sobran merecimientos, aún le falta por hacer el más difícil todavía.