Un punto deseaba el Espanyol para subir a Primera, como logró, y un empate sin goles pretendía el Real Zaragoza para dar un pasito más hacia la permanencia. Y, cuando dos rivales desean ese marcador, lo más factible es que lleguen unas tablas que dieron por buenas ambos. El partido no tuvo en ningún momento la intensidad de la necesidad de la victoria y se notó además el fuerte calor para que el choque deviniera en un pacto de no agresión que se hizo más que notorio en los últimos minutos, que sobraron en un partido que apuntaba a tener el guion exacto que tuvo.

Es obvio que el empate no le da la salvación al Zaragoza, que la conveniencia de ese punto es matizable, que en el peor de los escenarios de este domingo puede quedarse con dos puntos de colchón y que aún necesita sumar unos cuatro o cinco más en las cuatro citas que restan. Pero el equipo, en la peor racha con JIM, con una derrota y tres empates consecutivos, sigue teniendo en su mano la permanencia y la calculadora le da por ahora el visto bueno. Y, si puede manejar esas variables, es por la espectacular reacción que ha tenido con el entrenador alicantino, con el que ha sumado 31 puntos en 20 citas después de que cogiera en diciembre a un equipo hundido y que iba hacia Segunda B..

Al Zaragoza el empate le sirve por el rival que era, un enemigo tremendo de recursos en todas las líneas y sobre todo en ataque, y no tenía sentido entrar en el cuerpo a cuerpo con un oponente lanzado. Eso lo entendió pronto el equipo aragonés y el Espanyol tenía claro que no iba a hacer más de lo justo para dar el paso que le faltaba para subir. Así, el encuentro aún tuvo alguna ocasión de peligro en la primera hora de juego, siempre a un ritmo bajo por los dos contendientes. La última media hora, directamente, sobró. No pasó nada de nada, más allá de los calambres de Eguaras, Bermejo, Vigaray...

Puado, que regresó a La Romareda, dialoga con Vigaray al final del choque. JAIME GALINDO

Con Jair y Eguaras en el once de JIM para darle un mayor poso veterano en un partido que exigía aplomo y saber manejarlo arrancó el Zaragoza ante un Espanyol que confirmó desde el primer minuto que venía con la cabeza puesta en un empate. Con el rival acumulando algo más de balón, pero con el freno de mano echado en ataque, donde Puado o Dimata apenas aparecían y solo Embarba inquietaba algo a Nieto, el Zaragoza dio un salto adelante en la presión y generó algo de peligro en un remate de Adrián a pase de Bermejo y en una combinación entre el mediapunta, el más cómodo de los zaragocistas, y Narváez que el colombiano, en su peor versión de nuevo, mandó al limbo.

Adrián, en un córner de Zapater, remató tan mal como Puado en otro de Embarba y a la pausa de hidratación a la media hora con el fuerte calor, de más de 30 grados, se llegó sin una ocasión de verdadero peligro. Una jugada donde Darder aprovechó el pasillo interior y disparó mal y un error de Cristian a centro de Embarba con mano involuntaria posterior de Peybernes fueron los avisos del conjunto catalán, que seguía bajo de revoluciones y tampoco el Zaragoza subía el ritmo.

Un último disparo de Adrián, con manos blandas de Diego López, y una parada de Cristian en una falta de Embarba, el más activo de los visitantes, dieron por concluida una primera parte que se ajustaba de pleno al plan esperado. Tras el descanso, el Zaragoza quiso amenazar algo más. Un balón de Nieto estuvo a punto de dar con Azón, cuyo espíritu de gladiador no tuvo sitio en un partido de guante blanco, Cabrera despejó un centro de Bermejo y Eguaras pilló una buena volea que se fue fuera por poco.

La última media hora fue una tregua total, con unas tablas ya selladas y sin un ápice de fútbol. El Zaragoza, eso sí, llega con una clara fatiga mental y física a este tramo final

JIM tiró de James y Francho por la fatiga de Adrián y Zapater y Puado, en una acción en fuera de juego, dio el último susto, que Cristian evitó, aunque antes el argentino había despejado mal una falta de Embarba. Pasada la hora de juego, el partido, que había estado en un perfil muy bajo, ya se murió por completo. Con el calor pasando factura y con la fatiga mental y física de un Zaragoza que también llega justo a este tramo final, algo que preocupa a la hora de dar el último empujón hacia la permanencia, las tablas ya estaban selladas y ninguno de los dos equipos hizo el más mínimo intento de alterarlas, con balones en horizontal, contras frenadas y dejando que el tiempo pasara entre aburrimientos y cambios intrascendentes para que el empate, ese pasito deseado por el Zaragoza, se lograra. Ahora, queda hacerlo bueno ganando en Las Palmas. Esa será, seguro, otra historia. 

Azón intenta ganar un balón aéreo ante Óscar Gil. JAIME GALINDO

Ficha técnica

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Vigaray, Peybernes, Jair, Nieto; Zapater (Francho, m.65), Eguaras (Sanabria, m.85); Bermejo, Adrián (James, m.65), Narváez (Chavarría, m.85); e Iván Azón (Vuckic, m.88).

Espanyol: Diego López; Oscar Gil, David López, Cabrera, Pedrosa; Darder, Keidi Bare (Lozano, m.88); Embarba (Vargas, m.88), Melendo (Nico Melamed, m.88), Puado (Fran Mérida, m.79); y Dimata (Wu Lei, m.66).

Árbitro: Pulido Santana (Comité de Las Palmas). Amonestó con tarjeta amarilla a Bermejo y Zapater, del equipo local, y al visitante Dimata.

Incidencias: Partido correspondiente a la jornada 38 de Liga en Segunda división disputado en el estadio de La Romareda de Zaragoza a puerta cerrada.