Con el miedo metido en el cuerpo, por ese escalofrío que produce el vértigo de la cercanía de la zona de descenso, el Real Zaragoza va a afrontar las últimas cuatro jornadas de Liga sin estar todavía a salvo, haciendo cuentas milimétricas, un empate aquí, otro puntito allí, y pendiente de otros campos todos los fines de semana, como en aquellas antiguas y emocionantes tardes de transistor en la oreja. Poco a poco, Juan Ignacio Martínez ha conseguido que el equipo fuese sacando la cabeza de debajo del agua poniendo el acento en el trabajo defensivo, la portería a cero, la extraordinaria fortaleza que ha levantado en La Romareda y el sacrificio de todo individuo por el colectivo.

En medio de tanta maleza, del permanente sufrimiento por la situación, ha habido poco espacio para el lucimiento personal de los jugadores. Algunas tardes de Cristian Álvarez, algún partido suelto de Francés, los frutos que ha conseguido Iván Azón con sus ganas de batallar, otros chispazos aislados y poco más. En la primera parte contra el Espanyol, Bermejo volvió a enseñar su pierna izquierda. Creó espacios con su capacidad para orientar el juego, con buenas conducciones, regate y técnica. Ofreció soluciones interesantes para el equipo. Luego, su figura se difuminó. Ese ha sido uno de sus lastres esta temporada. Firmó cuatro años y estamos ante un futbolista con pie y calidad en la zurda, pero intermitente y liviano, que debe demostrar si es de verdad o de mentirijilla. Le cuesta terminar los partidos (ha sido cambiado 19 veces de las 24 que ha sido titular). Le cuesta llegar al gol para el lugar que ocupa (ha hecho uno). Tiene, eso sí, aptitudes y visión espacial para el pase definitivo: suma cuatro asistencias en un equipo sin apenas producción ofensiva.

De una temporada como la corriente, en la que lo único importante es ya salvar el pellejo en la última jornada, habrá pocas cosas salvables. La plantilla tendrá que sufrir una reestructuración profunda. Sobran muchos, pero todavía quedarán jugadores rescatables que, en otro contexto y otra dinámica, pueden ser útiles a un buen proyecto. Bermejo podría ser uno de ellos.