El 11 de mayo de 1966 nació una de las más bellas leyendas zaragocistas, después de que Los Magníficos asombraran a un repleto Ellan Road al ganar 1-3 al Leeds United y clasificarse para la final de la Copa de Ferias. «Prácticamente nos sacaron a hombros», dice Marcelino, autor del primer gol. Eran las semifinales de la Copa de Ferias, el Real Zaragoza ganó 1-0 en La Romareda y cayó 2-1 en Leeds, así que hubo que jugar un desempate y la moneda decidió que fuese en Inglaterra. En ese tercer partido, ante un Ellan Road abarrotado, Los Magníficos dieron un recital marcando tres goles en los primeros quince minutos por medio de Marcelino, Villa y Santos. 

La leyenda nació justo al acabar el partido. «Nunca vi despedir a un equipo con tanto fervor, tanto entusiasmo, tan calurosamente en campo contrario. El Zaragoza se vio obligado a retrasar su vuelta a los vestuarios para recoger, como torero triunfador, el aplauso encendido de la parroquia», escribió Cronos en su crónica del Marca. «El público no les dejó entrar (a vestuarios). Apurando los aplausos hasta un extremo que no mejorarán en La Romareda -donde son capaces de silbarles el domingo si no se emplean con fuerza frente al batido Sabadell-, Villa, Lapetra, Canario, Violeta y compañía habrían de volver al centro del campo para formar una rueda y aguantar, entre sorprendidos y jubilosos, la más encendida ovación que hayan recibido en un campo extranjero», escribía el mismo cronista al día siguiente.

Marcelino inaugura el marcador en un Ellan Road abarrotado. SERVICIO ESPECIAL

Los protagonistas lo recuerdan 55 años después. «Cuando acabó el partido nos dieron una ovación muy grande, saludamos todos delante de las tribunas y cuando terminó la gente de aplaudir nos metimos al vestuario todos mojados, llenos de barro, nos quitamos la ropa, nos metimos a la ducha y, de repente, llega corriendo el delegado del Zaragoza que estaba en el palco y dice ‘oye por favor, parad que no se va la gente, dicen que hasta que no salgáis a saludar otra vez no se van, rápido, poneos otra vez las camisetas y el pantalón pero hay que salir’. Y salimos. Nos pusimos allí en fila, saludando a la gente, todo el mundo de pie. Cuando pararon los aplausos nos volvimos a meter en el vestuario y cuando estábamos otra vez con nuestra rutina, otra vez. Oye, que salgáis otra vez, que no se va esta gente. Parece ridículo pero es que es la realidad. Y así fue una vez más y otra vez más. Hasta tres veces nos hicieron salir. Y no se había movido nadie del campo que estaba lleno, a rebosar. Una ovación tremenda y ya por fin se fueron», recuerda Juan Manuel Villa, autor del segundo gol.

«Como jugamos tan bien y ganamos nos hicieron salir tres veces del vestuario para saludar porque la gente aplaudía y aplaudía. Es un recuerdo que queda para toda la vida», explica Canario. La cosa no terminó ahí porque los aficionados esperaron al equipo cuando salió del campo para pedirles autógrafos, camisetas, las corbatas... «La camisa, la camiseta... Fue increíble, sí», rememora Marcelino. «Nos sacaron a hombros. Es que ellos tienen una forma de actuar completamente distinta a la de España. Si a un equipo grande español le meten tres goles en doce minutos la afición machacaría al equipo de casa, pero la forma de ver fútbol en Inglaterra es completamente distinta», añade el mítico delantero.

Canario puede demostrar aquella muestra de fervor y respeto inglés. «Después del partido montamos en el autocar, que llevaba un trozo de madera donde ponía Real Zaragoza. Un hincha me hizo señas diciendo que me cambiaba la madera por una bufanda blanca y se lo cambié. ¡El chófer me quería matar! Se conoce que se la quería quedar él. Me quedé con una bufanda muy bonita, muy buena. La tengo, es blanca muy bonita, de lana buena», apunta el brasileño y posa con ella en la imagen de este reportaje.

Los calificativos de la prensa inglesa fueron también memorables. «Ha sido el mejor equipo que ha pasado por aquí», dijo el técnico Don Revie. «El primer español que llamó a la delantera del Zaragoza los cinco Magníficos solo se equivocó en una cosa: se quedó corto», contaba un periódico de Yorkshire. «El Leeds encontró por fin a sus maestros. El campo de Ellan Road se sintió movido a aplaudir a los conquistadores del Leeds United con una ovación que testimoniaba que eran el mejor bando», se leyó en el Daily Telegraph.

Los elogios

Aunque fue televisado para el condado de Yorkshire, no hay imágenes del encuentro, solo lo vieron los pocos testigos que estaban en Leeds aquella lluviosa tarde. ¿Tan extraordinario fue el partido? «Cuando estábamos inspirados el Zaragoza era una máquina perfecta de hacer fútbol y ese día se unieron todas las cosas y todo fue fantástico. Fue un partido inolvidable», recuerda Villa, que relata su gol como si acabara de salir de Ellan Road. «Fue un balón que recibí al borde del área frente al palo izquierdo de la portería del Leeds, regateé a uno, luego a otro jugador, llegué hasta el centro del área, ahí me salió el último defensa central, le regateé hacia el lado izquierdo y nada más salir del regate chuté con la izquierda muy fuerte y el balón entró por todo el ángulo. Fue un golazo, vamos», resume.

Está considerado como uno de los mejores, si no el mejor, de los encuentros que jugaron Los Magníficos. «No, no, yo creo que no fue el mejor. Recuerdo la final contra el Valencia, las Copas que ganamos. El Zaragoza tuvo muchísimos y grandísimos partidos. Un equipo que juega seis finales consecutivas es un equipo muy grande», dice Marcelino. «Nosotros hacíamos muy buenos partidos, teníamos un gran equipo, jugábamos bien y hacíamos muchos partidos buenos. Este fue de los mejores porque contra todo un Leeds, partido de vuelta allí, no es tan fácil», apunta Canario. La leyenda sigue intacta 55 años después.