El gran problema al que ha de enfrentarse el Real Zaragoza en la recta final del campeonato va más allá del rival de turno, la calculadora o los averages. El enemigo más feroz será el mismo que viene hostigando al equipo aragonés desde que comenzó la temporada: una acuciante falta de gol como jamás haya sufrido el club. Porque este Zaragoza es el menos goleador de toda la historia, con apenas 28 tantos marcados en las 38 jornadas disputadas, es decir, 0,7 por partido. Una ruina.

No hay un porcentaje de desacierto mayor en toda la existencia de una entidad que afronta con ese pesado lastre uno de los momentos más trascendentes de su vida, si no el que más. Esos 28 tantos a estas alturas (oficialmente son 31 debido al 0-3 con el que el Comité de Competición sancionó la alineación indebida del Alcorcón en Santo Domingo) no tienen precedente ni en Primera ni en Segunda y solo son comparables a los 30 con los que se cerró la temporada 1970-71, si bien entonces solo se disputaban 30 partidos. Para encontrar el registro más cercano es necesario remontarse a la 80-81, con el equipo en Primera División, cuando se lograron 31 tantos, pero con solo 34 partidos jugados (la categoría estaba compuesta por 18 equipos). 

Semejante inoperancia ofensiva ha abocado al Zaragoza a prolongar el sufrimiento hasta el final y a afrontar el duelo de mañana en Las Palmas como la enésima reválida en busca de un triunfo que, sin embargo, se envuelve en dificultad ante la sequía goleadora de un equipo que solo ha marcado en uno de sus cuatro últimos partidos. Los dos tantos en Lugo (uno de penalti y el otro en el último instante y obra del portero) han sido los únicos celebrados en las últimas jornadas por una escuadra que se quedó a cero ante Sporting y Espanyol (0-0) en La Romareda y en Girona (3-0). 

Pero el mal, lejos de ser nuevo, viene castigando el cuerpo y alma zaragocistas desde el comienzo. De hecho, el Zaragoza se ha quedado sin marcar en el 42% de los 38 encuentros ligueros disputados a lo largo de la actual campaña. Acertó en 21 y no lo hizo en 17. Casi nada.

Así que a JIM, tercer entrenador del Zaragoza menos goleador de la historia, no le quedó más remedio que fortalecer la retaguardia para incrementar el grado de solidez de un equipo huérfano de referentes ofensivos, lo que llevó, entre otras cosas, a que el máximo artillero del equipo (Narváez, con nueve tantos) quedara reubicado en la izquierda apartado de su hábitat natural, el área. Adrián, con tres dianas, es el segundo máximo goleador de los aragoneses.

Solo otras dos escuadras, Albacete (25) y Logroñés (26), han materializado menos ocasiones que el Zaragoza, aunque todos los implicados salvo el Cartagena carecen de una referencia ofensiva que marque las diferencias. Los murcianos apelan al olfato del veterano Rubén Castro, autor de 16 tantos, para salir de esta, pero el resto de implicados en la lucha por la permanencia no dispone de un goleador consumado.