Juanjo Narváez no marca desde el 27 de marzo, todavía en la comprometidísima temporada 2020-2021. Más de 1.200 minutos seguidos sin celebrar un gol, 15 partidos consecutivos. Los datos siempre son irrefutables. Son los que son. Sin embargo, estamos ante un caso palmario en el que la estadística dice la verdad, pero miente. El colombiano no ha anotado en este inicio de Liga, cuatro jornadas, a pesar de haber estado muy cerca de hacerlo en varias ocasiones y eso, en cierto modo, dado que los delanteros viven de saborear el dulce veneno del gol, emborrona ligeramente un arranque de campeonato a un nivel más que notable en términos puramente futbolísticos.

Narváez está siendo uno de los hombres más destacados del Real Zaragoza junto a Eguaras, exquisito y limpísimo en la dirección del juego, partiendo muchos minutos desde la banda izquierda o más cerca del área cuando JIM ha tenido que cambiar los planes por la mala dirección de los partidos. El ariete está jugando con libertad de movimientos y generando muchas cosas positivas para el equipo: ocasiones de gol frustradas por las brillantes actuaciones de los porteros del Cartagena y del Alcorcón y por no haber sido un poco más preciso en la suerte de la definición, desajustes continuos en las defensas con sus apariciones para descargar, faltas recibidas, capacidad de sorpresa pisando el área y un buen número de remates en disposición de hacer gol.

No ha conseguido aún salir corriendo y recrear esa llamada imaginaria, pero después de un verano en el que ha estado en el centro del huracán del mercado, con posibilidades reales pero finalmente frustradas de salir rumbo a Primera, Narváez es ahora mismo el futbolista más peligroso del Zaragoza. No ha marcado, pero hay que romper una lanza por él.