El gol lo es todo en el fútbol. Marcas y ganas. No lo haces y te arriesgas a perder. Lo sueles hacer de hecho. Al Zaragoza le estuvo a punto de pasar eso en el Fernando Torres, donde firmó 22 minutos iniciales esplendorosos de fútbol sin pegada, de acumular ocasiones sin que el marcador se moviera a su favor. Y al rival le bastó un intento, en un córner mal defendido y donde Cristian Álvarez no salió, para hacer diana. Una injusticia palmaria que recuerda el déficit goleador de este equipo, que ya vivió algo parecido ante el Valladolid o el Cartagena, aunque lo acaecido en Fuenlabrada, sobre todo en la primera parte, es casi un 'Expediente X' que convierte la suerte suprema del fútbol en una quimera para un Zaragoza que propuso más, incluso con uno menos tras la roja a Fran Gámez en el segundo acto, que su rival y que acabó con 15 remates, cinco de ellos a puerta, y muchas claras ocasiones. El gol, eso sí, solo lo encontró de penalti. Otra señal evidente de esa carencia que tiene este equipo cuando llega al marco contrario.

Se diría que, en condiciones normales, el Zaragoza ganará muchos más partidos jugando así. El fútbol acaba recompensando ese juego y la propuesta. Pero no es menos cierto que la falta de pólvora de este equipo introduce una sombra de duda sobre esa sentencia. 

En el Fernando Torres, el Zaragoza arrancó el partido teniéndolas de todos los colores. Dos disparos, de Nano Mesa y Narváez, cuya sequía ya llega a 16 partidos, que se fueron fuera por poco, tres córners de Zapater en los que Nano Mesa, a dos metros de portería, la envío alta, Álvaro Giménez, que aún no se ha estrenado, se encontró con Altube tras una chilena y Jair cabeceó junto al palo. Y a eso hay que añadir dos llegadas, de Francho y Francés, con clara señal de peligro. Todo en poco más de 20 minutos en los que el Zaragoza, con un poco de acierto, hubiera dejado el pleito finiquitado.

Llegó el gol de Anderson y eso tampoco tumbó al Zaragoza, lo que habla bien de su fe, de su capacidad para levantarse. Juanjo Narváez tuvo dos más, pecando de egoísta, Pulido rozó el autogol y Francho cabeceó alto un centro de Zapater antes de un descanso donde el resultado solo era injusto por los méritos contraídos.

El Zaragoza bajó el tono ofensivo en el segundo acto, pero se repuso a la expulsión de Fran Gámez, tan absurda como justa. Llegó el penalti donde Vada tiró de galones para al menos salvar un punto. Y aún Francés y sobre todo Borja Sainz, solo ante Altube, pudieron marcar, lo que hizo Iván Azón en un fuera de juego por milímetros. Para una vez que se acierta de pleno ante el marco rival...

El Zaragoza se fue del Fernando Torres con la sensación de hacer todo bien para ganar. Bueno, casi todo. El gol, el remate, el aprovechar las ocasiones... Ahí no estuvo a la altura de su fútbol y no es la primera vez en este curso, lo que convierte su inicio de Liga en irregular, con cinco puntos de 15 posibles, menos de los que ha merecido. Sin embargo, hay que dejar de tener el gol como quimera. Si no, el curso será una pesadilla.