“Desde el primer día que llego a un club sé que estoy cuestionado, pero es que yo me cuestiono a diario todo lo que hago. ¿Si tengo crédito? Sé cuál es mi profesión y aquí, en el fútbol, solo vale ganar”. Juan Ignacio Martínez tiene claro que los resultados mandan en el profesionalismo y que la memoria es corta incluso para los autores de grandes gestas, como la que protagonizó él la pasada temporada, cuando salvó la vida a un Zaragoza inerte. El técnico alicantino brilló en la autocrítica en su comparecencia previa al partido del jueves ante la Ponferradina y, aunque su posición se mantiene todavía lejos de ser cuestionada, él asume que la situación puede empeorar si los triunfos continúan sin llegar. “Algo tenemos que estar haciendo mal para que no estemos consiguiendo victorias. Soy el primero en hacer autocrítica y, por eso, vamos a hacer una serie de cambios en el transcurso del partido para intentar mejorar aquello que no hagamos tan bien”, sostiene.

Pero entre esas variaciones no se incluirá, presumiblemente, un cambio de sistema. No van por ahí los tiros. “A lo largo del encuentro hacemos muchas variantes. Una cosa es partir de un estilo definido porque creemos firmemente en ello, pero me refiero más a intentar, en el aspecto defensivo, que el rival no se adelante en el marcador. Somos un equipo con mucha gente por delante del balón y que busca siempre la portería rival y por eso debemos prestar mucha atención porque la Ponferradina es muy vertical y tiene mucha profundidad, así que tendremos que estar muy alerta”, advierte.

Pero JIM reconoce que “es difícil explicar los sentimientos” en el vestuario ante la falta de victorias, sobre todo, en La Romareda, donde el Zaragoza sigue sin ganar. “Todos somos conscientes de que los primeros que queremos ganar, reivindicarnos y convertir La Romareda en un fortín somos nosotros. Pero la realidad es que ya hemos jugado varios partidos en casa y siempre estamos con paños calientes. Sabemos que esta es una categoría muy complicada y presidida por la igualdad y los marcadores ajustados y tenemos el máximo respeto por los rivales”. Entre ellos, una Ponferradina instalada en la parte alta merced a un gran comienzo de temporada a pesar de los tres últimos empates consecutivos. “Ya no es casualidad que esté arriba. Algo debe de estar haciendo muy bien para lograr los buenos resultados que está obteniendo. Es un equipo humilde al que nadie le puede restar méritos. Que nadie espere un partido fácil”, asegura JIM, que elogia a su homólogo en el banquillo leonés. “Es un equipo muy bien trabajado por Bolo. Lleva ahí varias temporadas y lo está haciendo muy bien. Sus transiciones son letales, presiona muy bien y tiene gente arriba como Yuri o Sergi Enrich, a los que nadie puede cuestionar su rendimiento”.

Pero el Zaragoza afronta la cita con la necesidad de acabar de una vez con esa maldición que le persigue en casa. De hecho, el equipo aragonés es el único que aún no conoce la victoria como local y el que menos tantos marca en su feudo. “Los jugadores son los primeros que quieren dar ese salto de calidad y en la clasificación. Estamos deseándolo por nosotros y nuestras familias, pero, sobre todo, por la afición que, después de un año sin poder venir al estadio, ahora que tiene las puertas abiertas de par en par merece irse a casa con una victoria”, asume el entrenador zaragocista, contrariado también por una “extraña” racha de seis empates consecutivos. “Algunos saben bien, como el del último partido en Málaga, y otros muy mal. Trabajamos a diario todos los aspectos con los jugadores y, si vemos a uno alicaído, hacemos un pequeño parón y lo tratamos, pero no estamos en una dinámica más emocional, sino deportiva. El jugador se encuentra bien, aunque en esa fase de necesidad de ganar”.

El técnico, a expensas del último entrenamiento, este jueves, confía en poder contar con todos sus efectivos, incluidos Nano Mesa y Francho.