Cinco meses han pasado ya desde aquel lejano 20 de mayo, cuando se produjo la última victoria en casa de un Zaragoza que, desde entonces, no ha vuelto a ganar en La Romareda. Cinco meses y seis partidos (el último de la pasada campaña y los cinco que se han jugado en la actual) en los que el equipo aragonés apenas ha conseguido sumar cuatro empates (tres de ellos sin goles). El zaragocismo aún no ha visto ganar a los suyos desde que se reabrió la puerta a los aficionados tras la clausura impuesta por la pandemia y ningún otro equipo de la categoría ha fallado así a su gente. Todos han ganado ya en casa menos el Zaragoza, el segundo peor local de la categoría tras el colista. Estremecedor.

Los números destrozan el ánimo a cualquiera y neutralizan cualquier excusa o justificación. Bien lo sabe JIM, que el pasado martes ya dejó claro, en la rueda de prensa previa al partido, que “en casa siempre estamos con paños calientes”. Tiene razón el técnico alicantino del Real Zaragoza. Ya no tiene sentido apelar al infortunio o la injusticia del fútbol. La victoria debe llegar esta tarde sin más dilación. De lo contrario, la racha de partidos consecutivos sin ganar se alargará hasta alcanzar los siete, algo complicado de sostener. El empate (seis consecutivos acumulan los aragoneses) comienza a perder valor. Y más en casa, donde se ha de cimentar cualquier aspiración que se precie. Con pomada o sin ella.

Dice JIM que hay que cambiar algo, pero no será el sistema, a pesar de que el equipo transmite cierta sensación de no encontrarse del todo a gusto con ese 4-1-4-1 (4-3-3 en ataque) diseñado por el entrenador blanquillo y, quizá, reclama a gritos probar con una defensa con tres centrales, dos carrileros y, sobre todo, otro punta que acompañe al delantero de referencia, siempre demasiado lejos de la segunda línea. Pero Juan Ignacio Martínez parece convencido de que el problema no reside ahí, y concede más relevancia a impedir que el rival tome ventaja en el marcador, algo que ha sucedido siempre que ha habido goles en un partido de esta temporada. La duda reside en si la cuestión matriz no es tanto evitar que el oponente dé primero como potenciar al máximo el mecanismo destinado a que sea el Zaragoza el que lo haga.

El caso es que la visita de la Ponferradina, que hasta ahora ha sumado cuatro puntos fuera de casa como consecuencia de una victoria, un empate y dos derrotas con solo tres tantos marcados, amenaza la calma tensa que se respira en Zaragoza. La impresión es que un resultado negativo esta tarde incrementaría notablemente la dosis de inquietud y nerviosismo tanto en la afición como en el propio club, si bien el crédito acumulado por JIM merced a su milagro de la pasada temporada no parecen amenazar, de momento, su cargo. Pero está por ver cuál sería la reacción de La Romareda si este jueves tampoco es el día de la victoria y, en caso de que haya protestas, hacia dónde se dirigirían.

Pero el objetivo del Zaragoza es desterrar esta opción y conseguir al fin ese triunfo que se resiste y que permitiría al equipo distanciarse un tanto del descenso. Para ello, JIM podría introducir alguna variación en el once, sobre todo, teniendo en cuenta que el lunes vuelve a haber partido , con la consiguiente necesidad de dosificar esfuerzos. Jugadores como Borja Sainz, Adrián o Yanis tienen opciones de formar de inicio esta tarde. También Azón en punta. O Petrovic en el medio. Pero, en principio, dentro del mismo sistema de siempre.

En el cuadro leonés, Bolo podría dar entrada a Sergi Enrich, el último en llegar a un equipo que ha comenzado la temporada disparado y que llega a La Romareda dispuesto a pescar en un río cada vez menos tranquilo y más revuelto. Los bercianos cuentan con tres bajas por diferentes motivos, el sancionado Edu Espiau, que cumple su segundo y último encuentro, el lesionado José Naranjo y el lateral Paris Adot por un problema personal. Pero Bolo ya ha dejado claro que hará cambios. El técnico tirará de rotaciones ante la acumulación de partidos en poco tiempo y entre los que parecen destinados a descansar, al menos de inicio, figura el eterno Yuri, la gran amenaza de los leoneses y, a sus 39 años, su máximo goleador.

En cualquier caso, el entrenador del cuadro berciano no se fía del delicado estado de un Zaragoza que, en su opinión, no ocupa el lugar que le corresponde. «El Real Zaragoza está haciendo un gran trabajo, genera muchas ocasiones y no está teniendo suerte de cara al gol. La situación que tiene no es la justa, porque ha hecho méritos para ganar partidos», aseguró en la comparecencia previa al duelo.

No presentará La Romareda la mejor entrada del curso. Ni de lejos. El horario (19.00 horas) en día laboral no acompaña tanto como la climatología. Pero, en mayor o menor medida, el zaragocismo volverá a estar al lado de un equipo al que continúa esperando y que le debe mucho. Y debe empezar a saldar ya esa deuda. De lo contrario, esa tensa calma podría derivar en un estado de nerviosismo y de ansiedad con mucho peor pronóstico.