La visita a Montilivi se convierte en la enésima reválida para un Zaragoza que parece haberse olvidado de ganar. Una sola victoria en once partidos aboca al equipo aragonés a instalarse en la zona peligrosa de la clasificación preso de su incapacidad para conseguir el triunfo como local. Algo mejor le van las cosas fuera de casa, donde logró la única victoria que figura en su casillero y solo ha perdido un encuentro (en Valladolid). Así que la visita a Girona emerge como ese potencial analgésico contra un dolor de cabeza que ya dura demasiado. “Los objetivos se logran siendo fuertes como local y ya son muchas las jornadas disputadas en casa, donde jugamos con uno más por lo que presiona nuestra gente. Pero no hemos tenido esa chispa de acierto, aunque eso no quiere decir que no tengamos autocrítica. Ahora, en todo caso, vamos a Girona y va a ser un partido difícil, pero también lo será para ellos”, advierte el técnico zaragocista, Juan Ignacio Martínez.

Esa autocrítica, precisamente, ha presidido, según el entrenador, las 48 horas posteriores al encuentro ante la Ponferradina, que se adelantó en el marcador merced a un grave error del Zaragoza en un saque de esquina a favor. “Hemos trabajado por grupos también en el visionado de vídeos dando cuatro detalles puntuales y que sea el jugador el que intervenga. La vigilancia, el córner a favor…son detalles muy importantes que no nos podemos permitir. Es muy difícil ganar con once pero es casi imposible ganar con diez, debemos tenerlo claro. Hacemos autocrítica, sí, pero se trata de que tenemos una gran necesidad de puntos y hay que ganar sí o sí y para ello debemos ser contundentes en el aspecto mental”, subraya JIM, que deja entrever que la acumulación de partidos obligará a recurrir a las rotaciones. “No suele gustarme a veces hacer cambios, pero es el sentido común el que obliga a ver el estado de los jugadores y disponer un once adecuado sabiendo lo que nos jugamos. Tanto Girona como nosotros estamos en una situación parecida en la que pensábamos que no nos íbamos a encontrar y trataremos de encontrar el mejor once posible y el más fuerte tanto mental como físicamente”.

La duda alcanza, asimismo, a la disposición táctica de un equipo que ante la Ponferradina formó en un dibujo distinto al 4-1-4-1 de siempre. Sin embargo, no parece claro que el 4-4-2 vaya a tener continuidad. “Dijimos que haríamos un repliegue de dos líneas de cuatro para evitar espacios sobre el rival, pero la primera parte no fue buena y no estuvimos en ese punto que se necesita para meter miedo al rival. Tenemos que provocarle más estrés y recuperar ese fútbol que veníamos haciendo tan bien”, expone el técnico alicantino, que “en principio” cuenta con todos los jugadores a su disposición salvo el lesionado Vigaray.

La ineficacia ofensiva vuelve a ser ese gran lastre que mantiene al equipo entre los peores de la categoría. En ese sentido, JIM confía en recuperar esa “chispa de acierto” también en la estrategia ofensiva, una herramienta que, salvo en Alcorcón, no ha dado rédito alguno hasta ahora. “Es cierto que desde aquella jugada en Santo Domingo parece que se haya apagado la luz. El jueves sacamos un número elevado de corners y no tuvimos acierto a pesar de que disponemos de tres variantes en función de cómo defiende el rival esas jugadas. Esperamos que se rompa pronto esa falta de acierto”, indica JIM, que también confía en que sus delanteros encuentren, al fin, el camino hacia el gol. “Quiero ver que lo que hacen en el día a día da su fruto en el partido y que tengan esa pizca de suerte y crezca su autoestima”, añade.

E reto vuelve a ser marcar primero, algo que solo el Zaragoza no ha sido capaz de hacer hasta ahora. “Así es muy difícil porque siempre tienes que remar río arriba” pero JIM destaca “la reacción, la casta y el orgullo” del equipo, también ante la Ponferradina. “SI marcamos esa ocasión en el 93 estaríamos eufóricos”, dice. Pero no fue así y la necesidad obliga a no mirar atrás. “Sería una falta de respeto a la afición y a mí mismo pedirle paciencia porque lo que tenemos que hacer es darle alegrías. Tengo muchos defectos, pero empatizo mucho con la gente y no puedes pedirle paciencia cuando llevamos ya tantos partidos. Tenemos que recobrar la autoestima y cualquier jugador que firme por el Zaragoza debe saber en qué club está, las aspiraciones que tiene y la presión mediática en la calle y en el estadio. Y todos lo sabemos. Eso sí, una cosa es innegociable: el compromiso y todos los jugadores, estén más o menos acertados, lo tienen”.