La actualidad del Real Zaragoza
Señalados
El consejo de administración está más dividido que nunca por un proceso de venta frenado por la familia Alierta, la Fundación hace tiempo que no existe y la sensación de crisis y de caos total ya no escapa a los ojos de la afición

El vicepresidente y consejero delegado, Fernando Sainz de Varanda, y el presidente, Christian Lapetra, en el palco el domingo.a / ÁNGEL DE CASTRO
S. Valero
El final del partido ante el Mirandés trajo una clara señal de hastío de La Romareda hacia los dirigentes y propietarios del club, con un “directiva dimisión” que resonó alto y claro, sin que se señalara a Juan Ignacio Martínez ni a los jugadores. Ahora la mirada ya va directa al palco, prueba evidente de que la afición no contempla escenarios ni culpables intermedios, entrenadores y directores deportivos. Es un enfado que durante la pandemia estuvo silenciado por un estadio vacío y que se mantiene latente después de una temporada pasada terrible y una actual que va por los mismos derroteros, con el equipo en zona de descenso y con una palmaria sensación de caos y de división en la entidad, en su consejo de administración, porque hace tiempo, casi desde el punto de inicio en 2014, que no se puede hablar de la Fundación Zaragoza 2032 como una entidad unida, mientras que en el gobierno de la SAD la división entre los accionistas ha alcanzado tras el inacabado proceso de venta de este verano las más altas cotas. Todo esto se refleja en un club blindado y nada transparente, incapaz de explicarse ni de explicar, lleno de silencios y miradas hacia otro lado, y que se encuentra desbordado y superado a todos los niveles, en el césped y en los despachos, en una situación de crisis absoluta.
El desembarco de la Fundación Zaragoza 2032 hace siete años trajo cuatro accionistas principales, las familias Alierta y Yarza, Juan Forcén y Carlos Iribarren. El panorama cambió en 2019, cuando César Alierta, representado por sus sobrinos Fernando Sainz de Varanda y Juan Uguet y por Luis Blasco, asumió la mayoría de la SAD (50,56%), con una ampliación tras convertir 1,86 millones de un préstamo personal, y del consejo, puesto que tiene tres miembros, los mismos que la otra parte (Fernando de Yarza López-Madrazo, Juan Forcén y Christian Lapetra), pero posee el voto de calidad de contar con dos consejeros delegados, Blasco y el propio Sainz de Varanda. Este último es el hombre fuerte en estos momentos del club, el que ha tomado las riendas de su destino en una huida hacia delante después de que ninguna de las dos ofertas de venta, ni la representada por Spain Football Capital ni la del fondo americano, una filial de CVC, que al final entró en LaLiga, salieran adelante en verano y tampoco lo haya hecho la opción de la entrada en el accionariado con una inversión de unos tres millones de euros de César Sánchez y Ander Herrera.
Alierta no vende
El club, controlado en estos años por la familia Yarza y Forcén, con varios ejecutivos de primer orden en el día a día de la SAD, ha virado. Los ejecutivos siguen, pero la presencia de Sainz de Varanda es mucho mayor que antes, con más peso, y con una clara división en el consejo y en la propiedad. Ahora mismo, hay un accionista mayoritario, la familia Alierta, que no ha autorizado un proceso de venta del club al no tener las garantías Spain Football Capital, al no convencerle la idea de César y Ander en cuanto al control de la gestión deportiva y porque el fondo americano cambió de objetivo. Esa parte, la decisiva, se resiste a salir del Zaragoza, mientras que los accionistas principales, que no mayoritarios (Iribarren, Yarza y Forcén) sí desean marcharse, pero controlan solo el 40,38% de la entidad, un 13,46% cada uno. Es verdad que, en el proceso de venta a Spain Football Capital, Yarza iba a continuar durante un tiempo, o esa era la intención, pero ahora mismo, con esa opción apagada, la idea de esos accionistas es marcharse. Pero todo depende de Alierta, de sus sobrinos en concreto. Y de momento no dan su brazo a torcer.
El resultado es un club con 70 millones de euros de deuda que ha podido salir a competir en Segunda con un límite salarial de 5,7 millones, el más bajo de estos últimos años y el decimoséptimo de la categoría, gracias al préstamo de CVC, que algunas fuentes ya apuntan a que se ha gastado la parte del límite en una temporada (tenía la opción de repartirlo entre la actual y las dos siguientes) y nada ha explicado el club al respecto, y porque se aplazó el pago de la anualidad del convenio de acreedores, de 2,47 millones, a septiembre de 2022. Sin embargo, la situación económica es delicada y hay un déficit de caja, el habitual de todos los años, algo más reducido por los factores antes expuestos, que invita a pensar que salvo entrada de capital o traspasos de jugadores en enero, con Francés como indiscutible candidato (Narváez o Chavarría son otros) y el Sevilla como opción latente, habrá problemas para acabar la temporada. Dicho de otro modo, posibles dificultades de pago a partir de febrero.
Las dificultades de Torrecilla
En ese escenario de división se han movido Luis Carlos Cuartero y Miguel Torrecilla, director general y deportivo. El primero es con Sainz de Varanda el otro hombre fuerte, en un difícil equilibrio que el exfutbolista hace entre todos los miembros del consejo. El segundo ha gobernado, con no pocas dificultades, la parcela deportiva. Llegó en diciembre con el equipo desahuciado y apostó por JIM, que trajo el milagro de la permanencia. Este verano ha pilotado, junto al entrenador, la construcción de la plantilla, aunque hasta finales de julio estuvo casi sin moverse por el proceso de venta y ni tuvo mucho margen económico ni es fácil convencer a jugadores cuando un equipo vive en tantas dudas y sombras como este Zaragoza.
Con muchas primeras opciones que en todos los puestos se fueron al limbo, es obvio que Torrecilla no acertó en lo principal, en la búsqueda del gol, en sus apuestas para el ataque, lo que ya ha hecho que busque un 9 para enero, algo que está pagando JIM, que en todo caso no ha logrado que su equipo tomara algo de vuelo, con solo 13 puntos en 13 jornadas, una sola victoria y un terrible puesto de descenso, y se ha quedado lejos de la pomada de la que hablaba su jefe y gran valedor en el club. Hace unas semanas, el Zaragoza jugaba bien y no ganaba. Y ahora cada vez juega peor y sigue sin vencer, lo que le coloca en el disparadero en los próximos partidos.
Si no hay un cambio de tendencia en los marcadores, JIM será el primero en caer, pero la crisis señala también a los jugadores, incapaces de detener la caída pese al compromiso que demuestran con su entrenador. Sin embargo, en ese reparto de responsabilidades la afición, harta de ver al Zaragoza siempre abajo desde que se quedó a las puertas de un ascenso que frenó la pandemia, ya no tiene dudas y señala al palco, a un club agotado en un proyecto que no va a ningún lado, solo a prolongar la agonía en Segunda o a un descenso al infierno de la Primera RFEF, que algunos en la SAD hasta se esfuerzan en asegurar que no supondría la desaparición.
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