Real Zaragoza

La contracrónica: La redención de Álvaro

El delantero abrió su cuenta goleadora tras casi 700 minutos desde su debut.Tras sus fallos ante el Huesca, el tanto debe ser un punto de inflexión tanto para él como para el equipo

Álvaro, de rodillas, celebra su gol ante la afición zaragocista.

Álvaro, de rodillas, celebra su gol ante la afición zaragocista. / PRENSA2

Arturo Pola

Zaragoza

La etapa zaragocista de Álvaro Giménez no había empezado con buen pie. El delantero procedente del Cádiz llegaba a la capital aragonesa para ser la referencia del nuevo Real Zaragoza. Tras un par de temporadas grises, al futbolista ilicitano todavía le quedaba crédito después de su espectacular temporada en Almería, donde se proclamó pichichi de Segunda.

Desde el primer entrenamiento convenció de sus capacidades a JIM, que siempre ha defendido su trabajo. Pero en el campo se le veía tímido, y con muchos problemas para encontrar situaciones de verdadero peligro. De hecho hasta el partido de ayer su bagaje era de tan solo seis tiros a puerta y ningún gol en los doce partidos hábiles para él, una muy pobre producción ofensiva para un futbolista de su talla. Así fueron pasando las jornadas hasta que llegó un encuentro que hasta ahora había marcado su inicio liguero: el derbi aragonés en La Romareda.

Todavía retumbaba en su cabeza el sonido de sus dos disparos al poste, penalti incluido, en el choque frente al Huesca, en un partido en el que dio una de cal y una de arena, ya que su salida al campo reactivó al equipo pero que quedó marcado por esas dos ocasiones marradas. El delantero, que ya había perdido el cartel de titular indiscutible y comenzaba su alternancia con Azón en el once, sufrió un duro revés pero no se vino abajo en ningún momento y continuó trabajando sabiendo que su momento estaba por llegar.

Precisamente ante el Burgos comenzó de suplente. El técnico alicantino pensó en él a falta de veinte minutos. Sin mucho contacto con el balón en sus primeros instantes en el césped, todo cambió en el minuto 83, cuando llegó la jugada que anhelaba el zaragocismo durante semanas. En un perfecto contraataque iniciado por Francho, Eguaras, al borde del área, le dejó un balón algo escorado al delantero dentro del área. Álvaro recortó a la perfección hacia el interior y colocó el esférico en el ángulo largo de la portería burgalesa, haciendo inútil la estirada del arquero.

Al séptimo tiro a puerta y tras casi 700 minutos de juego el ilicitano soltó todos sus fantasmas de golpe, y a la vez que los suyos, permitió desprenderse al Zaragoza del maldito bucle de los empates que ya duraba demasiado.

El estreno goleador de Álvaro llega justo una jornada después de que Nano Mesa, su compañero también en tierras gaditanas, abriera su cuenta particular. A falta de sensaciones positivas en el juego, un rayo de esperanza se atisba con la confirmación de que las dos apuestas principales en el mercado estival para la ofensiva del equipo ya saben marcar dianas con la camiseta del Zaragoza. El de Burgos debe ser la inyección de moral que permita cambiar la dinámica del equipo. Un gol que debe ser el primero de muchos para un delantero que ha conseguido perdonarse a sí mismo.

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