La opinión de Sergio Pérez
El nivelazo de Eguaras y el aliento de Petrovic

Eguaras controla un balón ante la presión de Pol, de Las Palmas. / ANDRÉS CRUZ / LA PROVINCIA

En el fútbol todo es opinable menos el resultado. Bien lo sabe Eguaras, que en sus cinco temporadas en el Real Zaragoza ha sido una constante fuente de discusión, generando una legión de admiradores de su clarividencia en la construcción del juego y su fútbol de salón y, paralelamente, otra masa de críticos o directamente detractores por sus lagunas, que también las tiene. Por las botas del centrocampista navarro han pasado muchos de los mejores momentos de estos últimos años y si en este tiempo el equipo ha tenido posibilidades de hacer cosas serias ha sido responsabilidad directa suya y de su notable nivel. Sin embargo, bajo su dirección, el objetivo no se ha logrado. Y él, aunque la cota a la que ha elevado su juego ha sido alta, no ha dado el salto a Primera a pesar de que, evidentemente, calidad tiene para ello.
Al inicio de la temporada, como también este sábado en el magnífico triunfo en Las Palmas, se vio un Eguaras en un estado cumbre. La victoria en Gran Canaria fue absolutamente coral y tuvo muchos protagonistas destacados, por encima de todos el grupo, la confianza en una idea y la capacidad para resistir y reaccionar. Sin embargo, la tecla que permitió que luego la partitura sonara a música celestial la activó Íñigo en el inicio de la acción en la que nació el 1-1. Hasta entonces, en esa primera media hora, el Zaragoza no se pareció en nada a lo que fue después. Ese pase milimétrico a la espalda del costado izquierdo de la defensa local fue determinante. Claro que fue necesario también que Gámez, desequilibrante toda la noche, inventara un gran taconazo y Bermejo concluyera la faena con el gol. En ese instante, como en Burgos, cambió todo.
Durante muchos años, Eguaras no ha tenido competencia en su puesto. Esta temporada, y esa es una constante que enriquece sensiblemente al colectivo también en otras áreas del campo (sale Francés y entra Lluís López y rinde, sale Nano Mesa y entra Bermejo y rinde…), el Zaragoza tiene otra pieza en esa posición clave del engranaje. Petrovic es un centrocampista distinto, con un juego menos bello, sin esa capacidad tan natural para dar pases decisivos que rompan líneas defensivas bruscamente, pero con un fútbol fácil, una buena lectura táctica para el anclaje del equipo y con capacidad para lanzar buenas diagonales. Su estado físico era paupérrimo cuando llegó y le penalizó en Alcorcón. Cuando se ha puesto bien, JIM está alternando en la titularidad entre ambos. No cabe duda de que ese acicate, sentir ese aliento, enriquece al Zaragoza y también influye en que Eguaras suelte partidos tan estupendos y lúcidos como el de Gran Canaria.
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