Se acabó. Hasta aquí ha llegado la racha sin perder de un Zaragoza que ha permanecido casi tres meses sin caer derrotado. Fue el Leganés, el mismo que le propinó un sonoro manotazo en el último partido de la pasada temporada. Desde entonces, nadie había marcado más de un gol en casa al conjunto aragonés, que este lunes recibió dos. Otra vez el Lega. Otra vez en casa, donde la trayectoria del Zaragoza es nefasta, con una sola victoria en nueve partidos. Así, no hay lugar para los sueños.

Perdió el equipo aragonés porque fue peor que su rival. No hay más. Volvió a las andadas con regalos impropios de un equipo con ciertas aspiraciones, un fútbol vacío, un guion en blanco y una parte entera tirada por el sumidero merced a una alineación poco comprensible y un fútbol encogido y más feo que la desapacible noche. Todo estaba oscuro.

La primera mitad fue un esperpento. Un desastre pasado por agua de un Zaragoza desconocido al que la ingente cantidad de lluvia le encogió hasta hacerle muy menudo. Gélido como el ambiente y arrugado como el uniforme, el cuadro de JIM, que volvió a introducir cuatro cambios en el once respecto al que formó de inicio en Las Palmas, pronto dejó claro que no era su día. De hecho, durante toda la primera parte transmitió la sensación de que jugar al fútbol en esas condiciones no le apetecía lo más mínimo.

Un disparo con veneno de Javi Hernández al borde del área que despejó Cristian como pudo confirmó que no había ni rastro de aquel Zaragoza entusiasta y divertido de hace nueve días en Gran Canaria. Al contrario que un Leganés que afrontó la contienda con mayor grado de concentración, orden y concierto. Y eso que perdió pronto a Fede Vico que, lesionado, dejó su puesto a Randelovic, que tardaría bien poco en aprovechar la ocasión. Concretamente, tres minutos. Ese es el tiempo que pasó desde su ingreso en el campo hasta que Nieto le concedió la oportunidad de perseguir un balón que el canterano cedió de horror a su portero. Cristian intentó despejar huyendo de las manos para evitar el libre indirecto con el que el árbitro hubiese castigado la acción, pero el esférico rebotó en la espinilla de Randelovic para, mansamente, acabar en el fondo de las mallas para desesperación de una grada helada por los cuatro costados.

A base de una buena elección de la línea de presión que favorecía los continuos regalos de la zaga local, el Leganés tenía el partido justo donde soñaba. Ahora se trataba simplemente de protegerse bien, abrigarse convenientemente y esperar. El Zaragoza, en cambio, no daba señales de vida e, incluso, estuvo a punto de volver a dispararse en el otro pie por culpa de una entrega de Cristian a Pardo que Borja Garcés no acertó a culminar. Definitivamente, el Zaragoza no estaba y, más allá de un par de intentos lejanos de Francho y Nieto, ni se acercaba a las inmediaciones de Riesgo.

JIM, otra vez, volvió a tirar de banquillo en el descanso ante semejante bochorno. Narváez y Vada sustituyeron a Bermejo y Zapater y el equipo dio un paso adelante. En sus mejores minutos, el Zaragoza ensanchó el campo, adelantó a los laterales y buscó más el espacio entre líneas. Narváez no llegó por poco a un envió de Francho y Álvaro remató mal con la derecha otro servicio del canterano, más activo y cómodo. El Zaragoza era otro o, al menos, eso parecía.

Pero el arrebato de ilusión duró poco. Un par de disparos lejanos de Nano Mesa y Narváez que Riesgo detuvo sin excesivos problemas dieron paso a la sentencia del Leganés. Gaku, más solo que la una, recogió un balón en las inmediaciones del área, ajustó el punto de mira y mandó el balón pegado al poste derecho del marco de Cristian, que nada pudo hacer. Faltaba alrededor de media hora, pero los rostros de los zaragocistas anunciaban su rendición.

De nada sirvió la entrada de Petrovic y Borja. Tardó la de Azón, al que JIM apenas le concedió diez minutos en los que ordenó balonazos largos desde los centrales para regocijo de un Leganés encantado de la vida. La suerte estaba echada. El Zaragoza, preso de su propia impotencia, sucumbía en la tela de araña de un adversario más alto y más fuerte que solventaba con suficiencia cada frágil intento de un rival mucho más pequeño incapaz de defender su casa como Dios manda. En La Romareda hace un frío helador. 

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Francés, Lluís López, Jair, Nieto; Francho (Azón, m.81), Eguaras (Petrovic, m.70), Zapater (Vada, m.46); Nano Mesa (Borja Sáinz, m.70), Alvaro Giménez y Bermejo (Narváez, m.46).

Leganés: Riesgo; Palencia, Bruno, Sergio González, Javi Hernández; Recio, Rubén Pardo (Quintillá, m.81); Fede Vico (Randelovic, m.12), Shibasaki (Perea, m.70), Arnaiz (Eraso, m.81); y Borja Garcés (Merino, m.70).

Goles: 0-1. M.15. Randelovic; 0-2. M.65. Shibasaki.

Arbitro: Arcediano Monescillo (Comité Castellano-manchego). Amonestó con tarjeta amarilla a Bermejo, Eguaras y Francés, del Real Zaragoza, y a Javi Hernández, Recio y Arnaiz, del Leganés.

Incidencias: partido correspondiente a la decimoséptima jornada de Liga disputado en el estadio La Romareda ante unos 12.000 espectadores