Llevaba el Real Zaragoza casi tres meses sin caer, sin probar el amargo sabor de la derrota, desde el 30 de agosto pasado, una racha de 13 partidos sin perder, la segunda mejor de su historia, pero que acabó de la forma más triste, con un encuentro demasiado flojo, lleno de errores e imprecisiones, sin fluidez en ataque y sufriendo lo indecible para generarle peligro a un Leganés que vivió muy cómodo tras el gol de Randjelovic que propició el error de Nieto y que cerró el pleito con una segunda diana de Gaku ante un Zaragoza que solo inquietó al comienzo del segundo acto. Tras esos tres triunfos, ante Burgos, Sporting y Las Palmas, se esperaba un equipo repleto de confianza y armado de moral, pero lo que se vio fue una repetición de errores casi olvidados, tirando a la basura el primer tiempo y sin capacidad ofensiva.

La racha victoriosa sacó al Zaragoza del descenso y le ha colocado en la zona media tras esta derrota, a un paso equidistante del playoff y del descenso, 5 puntos, y con cuatro jornadas por delante hasta el final de la primera vuelta, donde, tras visitar al Amorebieta, hay que jugar contra Eibar, Almería y Tenerife, los tres primeros clasificados. El triste epílogo de su racha llega en un momento decisivo, porque ganar a los 'pepineros' hubiera puesto a un paso de puntos la zona noble, y exige una reacción inmediata tras el sopapo que el 'Lega' le dio a los zaragocistas.

Estar en la pomada de la que habló Torrecilla, pensar en el ascenso, al menos por la vía de la promoción, exige una cara mucho mejor en La Romareda, donde un balance de nueve puntos de 27, un tercio solo de los que ha puesto en juego. El Municipal, donde se igualó el peor arranque histórico, con siete citas sin vencer, retomó ese camino del triunfo ante el Sporting, pero fue un espejismo. El Zaragoza es el cuarto peor local de esta Segunda. Con eso está dicho todo.

El Leganés, con mucho mejores mimbres de los que indica su situación, y desde luego más caros, desnudó las carencias de un Zaragoza al que le cuesta un mundo generar fútbol ante rivales que se cierran y que acuden al otro fútbol, esta vez con permiso del desesperante Arcediano Monescillo. El partido dejó una posesión del 68% para el Zaragoza y 13 remates, cifras globales que esconden una mentira tremenda, hasta evidente, porque el Leganés supo manejar siempre el choque y los de JIM se precipitaron en envíos en largo, en jugadas intrascendentes y en llegadas que acababan en nada. De hecho, los zaragocistas no generaron una ocasión de verdadero peligro en una primera parte que recordó otras de nula capacidad, como ante la Ponferradina, en Málaga, en Burgos o frente al Huesca. Tirando a la basura la mitad del pleito es mucho más difícil ganar. Hasta ahora, en muchas ocasiones, al Zaragoza la reacción le había dado para firmar un empate o hasta para remontar y ganar, pero no fue el caso ante el Leganés, donde por décima vez en este curso el rival dio primero en el marcador, una barbaridad muy a tener en cuenta.

La derrota ante un Leganés con más oficio y jugadores volvió a sacar viejos fantasmas, sobre todo en la poca capacidad en La Romareda

El partido, entonces, resucitó por desgracia viejos fantasmas que las victorias habían aparcado. La racha había sacado al equipo del pozo y miraba el futuro con optimismo, pero este golpe supone un frenazo en seco, un sopapo de realidad para un Zaragoza que debe levantarse cuanto antes y volver a la buena senda.